Menuda epopeya
El portugués Gonçalo M. Tavares actualiza un género clásico
Que un autor en torno a la cuarentena escriba, en pleno siglo XXI, una epopeya –género clásico donde los haya, nacido en la antigüedad para glosar las hazañas de un héroe, en general guerras y viajes– calcando además la estructura en verso de Los lusiadas (1572) de Camões, sería una curiosidad antropológica más que una noticia propia de las páginas de Cultura.
Y, sin embargo, aquí figura la cosa, pues el portugués Gonçalo M. Tavares (Luanda, Angola, 1970) ha conseguido la paradoja de que Un viaje a la India (Seix Barral / Edicions del Periscopi) sea uno de los libros más nuevos que uno ha leído últimamente. “No me gustaba que se viera la epopeya como algo del pasado, es un género literario muy rico, lo único que había que hacer es ponerle a narrar el mundo de hoy. Un objeto obsoleto no lo es por su constitución sino porque nosotros no sabemos usarlo. Lo antiguo y lo nuevo no son enemigos, son padre e hijo”.
El protagonista, Bloom, quiere ir a India, con los loables objetivos de: a) encontrar la sabiduría, b) reconciliarse consigo mismo y c) conseguir una nueva mujer. Y emprende un periplo que le va a llevar, desde su Lisboa, a Londres, París, Viena... Le va a suceder de todo –será robado, apalizado...– pero sus reflexiones, pensamientos y peripecias van a resultar una estimulante aventura.
Se trata de un viaje que, a veces, Bloom realiza sin moverse. “Un viaje es cambiar el punto de tu atención. Si no te mueves, pero cambias eso, viajas. Y, por mucho que te muevas de país, si no cambias de pensamiento, no viajas. Cuando te enamoras perdidamente, por ejemplo, si la persona amada se queda en Lisboa, aunque te vayas a India, tú estás en Lisboa”.
Su idea inicial era “seguir exactamente la estructura de Camões: diez cantos, el mismo número de estrofas y una correlación también narrativa: en el canto tres pongo una tormenta, como hizo él, transporto los acontecimientos del siglo XVI al XXI. Pero, en el interior de esa estructura tan fija, tengo el máximo de libertad”.
Hay muchos referentes griegos: asesinatos familiares, filosofía clásica... Y se alternan los registros: ensayo, narración, aventuras, cuaderno de viaje, elegía... Sobre su método, revela: “Escribo muy rápido, instintivamente, y luego dejo reposar todo durante años, entre dos y cinco, para revisarlo más tarde. Al final, tras el impulso inicial, siempre se necesita frialdad para escribir”.
En esta propuesta tan literaria, al final contrasta el lenguaje estadístico, con unos gráficos que indican, estrofa a estrofa, los temas tratados en cada canto, y unas barras que evocan el lenguaje bursátil.
Ayer, en el CCCB Tavares habló de Europa, de Lisboa y de las ciudades. “Mi libro es también sobre el diálogo entre Oriente y Occidente, contra esa idea de que Occidente es materialista y Oriente es espiritual”. “Los problemas de Europa –añadió– no nos deben hacer olvidar que es la zona del mundo donde mejor se respetan los derechos humanos. Pero, si seguimos degradando nuestras leyes, como hacemos desde el 2008, nos convertiremos en algo más bárbaro, seguro”.
Si quieren saber algo... Tavares jamás ha pisado India... y a quién le importa.