Cuando sólo había días malos y peores
TIMOTHY Geithner, que fue secretario del Tesoro de Estados Unidos durante el primer mandato de Barack Obama, acaba de publicar unas memorias, tituladas Stress test (test de resistencia), a pesar de tener sólo la temprana edad de 52 años. Las memorias suelen escribirse cuando uno enfila la recta final de la vida, pero Geithner ha preferido hacerlo en una edad impropia, a modo de justificación de sus decisiones durante la crisis. Borges se imaginaba la memoria como un montón de espejos rotos, pero Geithner se agarra a ella como el cristal que permite contemplar sin obstáculos el interior de la historia.
Geithner fue uno de los artífices de los impopulares rescates del Gobierno norteamericano. Cuando el colapso de los precios de las viviendas y el incremento repentino de las ejecuciones hipotecarias del 2008, era el presidente de la Reserva Federal de Nueva York. Vio el estallido de la burbuja ante sus ojos, pero poco pudo hacer para gestionarla porque Obama le nombró secretario del Tesoro meses después. Ya en su sillón, no quiso rescatar a Lehman Brothers, pero días más tarde tuvo que salvar a la aseguradora AIG. Luego cogió la manguera para arrojar sobre la banca 475.000 millones de dólares a fin de redimir otras entidades, sin que rindieran cuentas y sin bloquear los bonos de los ejecutivos.
En sus memorias, sostiene que se sintió como si luchara en la III Guerra Mundial con el ejército de George Washington. Sólo vivió días malos y peores. A los dos años quiso renunciar y Obama convenció a su esposa de que se quedara en un paseo por la Casa Blanca. De lo que nadie le ha podido convencer es de que la austeridad sea una buena receta. Geithner nunca entendió las políticas de Merkel, en las antípodas de las suyas, que sacaron a EE.UU. de la crisis antes.