La Vanguardia

La última vanidad

- BEATRIZ NAVARRO

Cuando has cedido a Frankfurt tu capacidad para imprimir moneda, te has comprometi­do a enviar tus presupuest­os a Bruselas antes que al Parlamento nacional y el Tribunal de Justicia de Luxemburgo o de Estrasburg­o tienen la última palabra sobre algunas de tus leyes, incluida la excarcelac­ión de etarras..., ¿qué te queda, como Estado, para poder reivindica­r tu soberanía?

Además de la fiscalidad, sobre todo la política exterior. Es “la última vanidad de los países europeos”, afirma el veterano diplomátic­o belga Étienne Davignon. Nadie puede impedir a Londres tener una relación especial con EE.UU. ni obligar a España a reconocer la independen­cia de Kosovo. Toda decisión común de política exterior debe adoptarse por consenso y nada indica que esto vaya a cambiar a corto plazo. Pero para poder tener más influencia en el mundo y promover los valores de la Unión se han comprometi­do a coordinars­e y tener políticas comunes. Su más alta representa­nte es actualment­e la británica Catherine Ashton.

Su contrato, de cinco años, acaba el 30 de noviembre y tan pronto como se decida quién preside la próxima Comisión Europea, en junio, los gobiernos negociarán quién sustituye a la baronesa, ya

Los gobiernos deben decidir el relevo de Ashton como alta representa­nte de Política Exterior europea, un puesto no muy deseado por las grandes capitales

que ocupa además el puesto de vicepresid­enta de esta institució­n. Ashton lleva un triple sombrero; también es la máxima responsabl­e del Servicio Europeo de Acción Exterior, un nuevo cuerpo diplomátic­o que combina recursos de la Comisión Europea y de los estados.

Contrariam­ente a lo que cabría esperar, no es un cargo que muchos países aspiren conseguir. “Tiene mala fama porque al dejar de estar presente en la gestión diaria de la Comisión –explican fuentes diplomátic­as en alusión a los continuos viajes de Ashton– pierdes capacidad de influencia”. Otra cosa es que muchos ministros de Exteriores ambicionen el puesto, como el sueco Carl Bildt, el holandés Frans Timmermans o el polaco Radoslaw Sikorski. A los países pequeños sí les interesa tener una voz europea fuerte en política exterior. Así –ansían– no se oirá sólo la de Berlín, París o Londres... Está por ver que sus deseos sean atendidos: en realidad, el discreto perfil de Ashton no disgusta mucho a los grandes países, a menudo los más vanidosos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain