La Vanguardia

Los sustitutos

- Quim Monzó

No es un mal trabajo. Se trata de hacer de guías turísticos enrollados y emborracha­rse con los clientes. Lo explicaba anteayer Lorena Montón en la sección digital de este diario: “Desde hace semanas se están llevando a cabo procesos de selección para trabajos veraniegos en Barcelona, unos empleos que suponen una excelente oportunida­d para muchos jóvenes. Los anuncios laborales, que se publican en internet, pretenden cazar a sus trabajador­es bajo un reclamo más que llamativo: alcohol y juerga. Las demandas se centran en buscar a jóvenes que quieran dedicar la época estival a ser guías turísticos y relaciones públicas de distintos locales nocturnos de la ciudad. Lo que llama la atención son no sólo los mínimos requisitos que se solicitan para optar al puesto, sino las prestacion­es que las empresas ofrecen a cambio: fiesta, diversión, dinero fácil y mucho alcohol”. Acto seguido, Montón traduce del inglés –lengua que hay que dominar bien para conseguir el trabajo– algunos de los textos que explican de qué va la cosa. Uno: “Si estás en Barcelona y quieres ganar dinero pasándolo bien, aquí tienes tu oportunida­d. Se trata de promo-

La oferta es excepciona­l: te pagan por ir de copas y acabar curda cada noche

cionar la Rambla, guiar a grupos de turistas y emborracha­rse un poco”. Dos: “Emborrácha­te y gana dinero”.

Entiendo las críticas de la Associació Profession­al de Guies Turístics, que dice que este es un caso más de guías piratas, porque quienes acceden no son guías turísticos y al fin y al cabo es un negocio en negro que no hace más que favorecer el turismo de baja calidad, lo que precisamen­te llamamos turismo de borrachera. Pero, ¿os imagináis ser un guiri joven, con un erasmus, pongamos por caso, que pasa una temporada en Barcelona, viviendo como el rey del mambo? Pues, por si no fuera suficiente, ahora además te pagan por ir de copas y acabar curda cada noche. La gloria. Una gloria que me ha recordado un escrito de hace poco más de dos meses en el blog Historias de la China, que escribe Javier Telletxea. Explica la importanci­a del alcohol –concretame­nte del licor de arroz– para hacer vida social en China, sea en encuentros empresaria­les o familiares: “De hecho, en buena parte del país, sobre todo en el norte, la costumbre manda que durante el primer encuentro con los padres de la novia, al futuro yerno le acabe saliendo el licor por las orejas, de modo que acabe bajando la guardia y los suegros puedan comprobar de qué pie cojea”. Telletxea los llama “los sustitutos”. Si tú no puedes beber, alguien tiene que beber por ti: “Incluso está permitido llevar a amigos, o incluso contratar ‘profesiona­les’ que nos sustituyan a la hora de beber. Lo hacen los empresario­s y los cargos políticos con sus pobres secretario­s y asistentes, y también lo hacen las familias cuando a algún miembro no le apetece o no se lo puede permitir”. Imagínate con veinte años, el hígado aún en buen estado y trabajando de “sustituto”. El paraíso.

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