Los celiacos reclaman más ayudas, menos IVA y diagnóstico rápido
La asociación catalana denuncia que hay hospitales que no tienen menús sin gluten
Nueve de cada diez celiacos no están diagnosticados, aseguran en la Associació Celíacs de Catalunya. Y eso supone, sostienen, que estas personas pasean de especialista en especialista, ahora por un problema de piel, ahora por un problema digestivo, por apatía, por problemas de crecimiento, con tratamientos sintomáticos y con previsibles agravamientos “que se podrían evitar con un simple análisis de sangre”, explica la presidenta de la asociación, Olga Cuesta. Por eso han mantenido encuentros con todos los grupos parlamentarios. Con el Departament de Salut aún no han solicitado reunirse y fuentes de este aseguran que cuando quieran, porque están convencidos de que los profesionales de la asistencia primaria están muy implicados en ese esfuerzo de detección.
“Algunos de nuestros asociados han pasado veinte años hasta tener un diagnóstico que les permita evitar esos problemas sólo evitando un nutriente, el gluten. Nosotros no necesitamos más medicinas para compensar esta condición”, defiende la presidenta de la asociación. El diagnóstico se consigue mediante un análisis de sangre y la comprobación posterior a través de una biopsia intestinal. “No siempre se detecta de niño. Hay muchas formas silentes y a muchos les aparece tras algún episodio de estrés importante, como un parto difícil o un aborto”. Aunque no han presentado ninguna denuncia, aseguran que en algún hospital de la provincia de Barcelona, que no han querido identificar, no hay menú sin gluten para los ingresados, aunque en cambio sí hay pa- ra otras situaciones especiales, como la diabetes.
Alimentación 315% más cara
Comer sin gluten no es para ellos una moda que mejore el rendimiento deportivo, sino su única forma de no enfermar. Y les cuesta un 315% más caro, “sobre todo desde que se subió el IVA al 21%”. Y ponen como ejemplo los macarrones sin gluten, 6,71 euros el kilo frente a 1,18 euros con gluten; el pan, 11,68 el kilo frente a 2,16 el normal: galletas maría, 9,01 frente a 1,63. “Calculamos 1.600 euros más al año en la cesta de la compra”.
El Congreso tiene en sus manos una propuesta de rebajar al 4% el IVA de estos alimentos más básicos para dejar de perjudicar a los celiacos. “Confiamos en que pronto será aceptado: se ve como una propuesta viable por parte de todos los grupos”, explica la asociación.
Ayudas, en otros países
Otra cosa son las ayudas. En un documento en el que citan la situación de quince países de la Unión Europea, sólo Alemania no proporciona ninguna clase de ayuda para la alimentación de personas celiacas. Como en España (aunque actualmente hay ayudas en Navarra y Cantabria). Las ayudas europeas son variopintas. En el Reino Unido, por ejemplo, los alimentos especiales se compran con receta y son gratuitos hasta los 16 años y a partir de los 65; en medio se abona un copago de 104 euros al año. En Francia, la Seguridad Social abona a cada niño celiaco 33,5 euros al mes y 45,73 a los adultos por los alimentos especiales adquiridos, justificados con las etiquetas. En Italia la ayuda mensual es de 45 a 94 euros hasta los 10 años y luego, 140 a los hombres y 190 a las mujeres; los productos sin gluten se compran en farmacias. Otra modalidad de ayuda es una rebaja en el IRPF. En Portugal el IVA es del 5% y los gastos desgravan en la declaración de renta. “Las ayudas o las rebajas en la renta es algo que aquí aún vemos lejos”, admite la presidenta de la asociación catalana.
Quieren más restaurantes
“Hemos mejorado mucho. Encontramos alimentos sin gluten en todos los supermercados y en los comedores escolares es algo normal. Nos faltan los comedores universitarios, que en ningún momento se lo han planteado y ofrecen en su mayoría bufetes, lo que además facilita la contaminación cruzada, que aparezcan trazas de gluten en alimentos cocinados cerca”, detallan en la asociación catalana.
Y también piden más restaurantes. “Sólo tenemos 360 restaurantes donde es posible ir a comer siendo celiaco, el 3%”, dice Olga Cuesta. “Y queremos animar al sector a que ofrezca esta posibilidad, porque cada celiaco que puede ir a comer a un restaurante, haciendo algo que para los demás es normal, arrastra a sus compañeros de trabajo, a sus amigos, a su familia. Somos una clientela fiel a cambio de aprender una manera de manipular los alimentos que no debería ser hoy en día una barrera”.