Una telenovela excelente
Estreno muy prometedor de Avenida Brasil (Cuatro) para mejorar la oferta de tarde de la parrilla. Que en Brasil se haya convertido en un fenómeno multitudinario, con cuotas de pantalla de hasta el 84%, no significa nada porque las estadísticas de los países de origen de muchos productos televisivos a menudo se ven desmentidas por un interés relativo al pasar la frontera (aunque, en este caso, la confirmación del éxito ha llegado a México, Chile, Portugal y Argentina). La primera sesión de Avenida Brasil, sin embargo, merece toda la atención de los amantes de la telenovela clásica actualizada con una modernización de estereotipos y una adaptación de los conflictos a un contexto sociológico identificable. La historia empieza en 1999, en Río de Janeiro, la noche de la final del campeonato carioca, y une el destino de varios personajes. Hay un futbolista estrella (interpretado por un actor que no tiene ni el físico ni la edad para resultar verosímil pero que, en cambio, funciona desde el primer minuto como ejemplo de buenazo fácilmente manipulable), una niña huérfana y maltratada que vive, de una tacada, el calvario de perder la estabilidad económica y a su padre, y una de las villanas más interesantes de los últimos tiempos. Se llama Carminha y concentra toda la ambición, la maldad y la megalomanía imaginables.
Una de las particularidades de esta telenovela es la habilidad con la cual integra ingredientes de melodrama con un tono de proximidad, de humor costumbrista y de una cierta intención social (el autor es João Emanuel Carneiro, guionista de la película Estación Central). Por ejemplo: los personajes actúan con una gestualidad futbolística muy espontánea. Cuando Carminha descubre que su marido, al cual acaba de estafar, ha muerto, lo celebra con un corte de mangas similar a los que hacía Schuster. Y cuando un empresario adicto a la doble vida y sexualmente hiperactivo engaña a unos incautos y les vende su empresa por cuarenta millones, también levanta los brazos y baila como si acabara de lanzar una falta memorable. Pero la esencia del drama se centra en la venganza y en el combate entre injusticia y justicia. ¿De qué modo la niña trágicamente abandonada asumirá las secuelas de un destino injusto? ¿Hasta qué grado de paroxismo llegará la maldad destructiva de Carminha? Son interrogantes que, planteados con oficio y un sentido perverso de la narrativa, obligan al espectador a esperar más capítulos.