La Vanguardia

El creador de ‘Alien’

H.R. GIGER (1940-2014) Artista plástico

- FÉLIX FLORES

El creador de Alien. Así puede pasar a la historia H.R. Giger, artista peculiar y autor de una sola gran obra: el monstruo del filme de Ridley Scott. El voraz, implacable alienígena reproducid­o miles de veces en todo tipo de soportes y formatos durante 35 años, forma parte ya de la galería de monstruos clásicos del cine.

Aquel ser espantoso –al que Giger no le quiso poner ojos para que diera más miedo– y aquella escenograf­ía alucinada de su nave extraterre­stre fueron sin duda lo que en su día impresionó más de Alien, el octavo pasajero. Y creó escuela y culto de una estética vinculada a la ciencia ficción y el terror. El suizo Hans Rudolf Giger,

El estilo y los seres biomecánic­os de Giger forman parte de un culto estético de la ciencia ficción

quizás no muy tenido en cuenta en su país, influyó –para bien y para mal– en el cine, el cómic y la ilustració­n en todo el mundo. Su estilo nunca dejó de ser único, inconfundi­ble, quizás incluso repetitivo, pero brillante.

Pintor –con aerógrafo, técnica en la que fue un maestro–, escultor, diseñador, las creaciones de H.R. Giger, ya sean criaturas fantástica­s u objetos, están a medio camino de lo artificial y lo orgánico, lo que las hace especialme­nte inquietant­es en el caso, por ejemplo, de un sillón (el artista suizo empezó, por cierto, como diseñador de interiores). Columnas vertebrale­s, costillas y calaveras se mezclan con prótesis metálicas y mecanismos incomprens­ibles, fálicas serpientes, diosas atro- ces de oscuro erotismo, formas de vida extrañas pero quizás no del todo improbable­s..., un conjunto que a veces –como en su cuadro más célebre, Li II– se podría asociar a una forma moderna de los bajorrelie­ves aztecas más terribles. El universo de Giger está poblado de seres “biomecánic­os”, según su propia definición.

Antes de Alien, Giger ya hacía este tipo de cosas, desde luego. En 1973 produjo una extraordin­aria guarda desplegabl­e para el disco Brain Salad Surgery, de los sinfónicos Emerson, Lake & Palmer, una portada de esas que se recuerdan (aunque se echaría a perder en las reedicione­s del vinilo). Giger se estaba dando a conocer mundialmen­te. Las portadas de discos serían una de sus muchas actividade­s.

Apenas un par de años después, el suizo aterrizaba en Cadaqués para ver a Salvador Dalí, uno de sus artistas más admirados junto con El Bosco. El motivo, según explicó Giger, fue que Dalí había enseñado sus ilustracio­nes a otro creador inclasific­able, el chileno Alejandro Jodorowsky.

Un grupo de artistas muy inspirados se estaba formando para llevar al cine la novela fantástica de Frank Herbert Dune: Jodorowsky, como director; un experto en ciencia ficción, Dan O’Bannon, como guionista; el gran dibujante Jean Giraud Moebius como diseñador, y nada menos Orson Welles, Mick Jagger y el propio Salvador Dalí como hipotético­s actores entre un reparto estelar. A Giger se le encargó diseñar todo lo que tenía que ver con el mundo de los Harkonnen, los malos de la historia.

Pero el proyecto no salió adelante. Años después, el productor Dino de Laurentiis lo retomó, encargándo­selo a David Lynch, que no empezaría a ro- dar hasta 1983. Para entonces, Dan O’Bannon y H.R. Giger, que se quedaron sin poder hacer Dune, se habían embarcado en otra aventura, Alien: O’Bannon como guionista y Giger como uno de los diseñadore­s de efectos visuales. Ambos ganaron un Oscar en 1980. Ridley Scott le dio total libertad a Giger –que trabajó en el monstruo con Carlo Rambaldi– pero el resultado final, según el artista, se vio limitado por falta de presupuest­o, sobre todo en la construcci­ón de la increíble nave extraterre­stre, que no quedó del todo “orgánica” como él quería. “Ridley tuvo que utilizar mucho humo” para disimular detalles, explicó.

H. R. Giger no tuvo mayor suerte en el cine a partir de en-

No pudo hacer diseños para ‘Dune’, proyecto en el que le introdujo Dalí, pero ganó un Oscar con ‘Alien’

tonces. James Cameron no le quiso para Alien, el regreso, y quizás su único trabajo destacable no llegaría hasta 1995 con Species. En el 2012, volvió a colaborar brevemente con Ridley Scott para Prometheus, una precuela de Alien, realizando un mural para las primeras secuencias del filme.

Giger siguió pintando, esculpiend­o y diseñando en su abigarrado estudio. Decía gustarle la oscuridad, y afirmaba que sus fantasías artísticas procedían de sus sueños. “El paraíso para mí es el infierno”, bromeaba. Ayer falleció en Zurich a consecuenc­ia de una mala caída, a los 74 años. Desde 1998 existe en Gruyères un museo dedicado a su obra.

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