La India de Chantal
Chantal Maillard expone sus experiencias de 25 años en el país del hinduismo
“Es necesario el rodeo, el merodeo por lo otro, desnudarse de lo propio, un camino de ida y vuelta”
Los libros de Chantal Maillard son invitaciones a una experiencia de viaje interior de la que el lector sale siempre con una nueva luz. No hay nada gratuito en ellos, ni una frase superflua. El lector que se sumerja en India, que publica Pre-textos, emergerá de sus páginas más humilde, más sabio. “El libro –dice Chantal Maillard– es el resultado de pensar en India durante 25 años desde las distintas escrituras que tengo, el ensayo, la crítica, la escritura poética y los diarios”. Chantal Maillard, además de una de las poetas más apreciadas en lengua castellana – Matar a Platón, Hilos...–, fue profesora de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga y se especializó en filosofías y religiones de India en la Universidad de Benarés.
Maillard cree que cuando se inicia un viaje, toda mirada sobre lo otro está sesgada, porque parte de lo propio, y aconseja deshacerse de los ropajes previos, de las maneras de pensar, para evitar ver sólo aquello que ya uno había imaginado que vería. Por eso, su viaje parte de “la necesidad, primero, de exponerse a la pérdida, de perderse y, luego, de empezar a ver, no desde el cúmulo de lo aprendido, de los hábitos, de todo lo que ha constituido tu personalidad hasta entonces, sino desde el vacío que queda. Esto es algo difícil de conseguir, si no te expones a algo completamente desacostumbrado”.
Para lograr esa mirada y llegar a conocerse sin reconocerse, Chantal Maillard dice que “es necesario el rodeo, o el me-rodeo por lo otro para poder des-conocerse. Es un camino de ida y vuelta, pero a la vuelta, uno nunca es el mismo. India es el viaje a lo otro. Cuando Ulises vuelve, se encuentra con que Itaca, su Itaca, ya no es la misma. En realidad él es el que ha cambiado”. La escritora dice que India es el lugar de Oriente menos alejado de Occidente, “en principio porque nuestro pensamiento fue oriental antes de ser griego: muchos de los presocráticos eran jonios. Y porque recuperamos esas raíces orientales varias veces en Europa, sobre todo en el idealismo alemán del siglo XIX”.
¿Qué diferencias ve entre las dos culturas? “Cuando hablamos de diferencias –dice Chantal Maillard– es fácil hablar de la sacralidad, pero esto se relaciona con la India tradicional, porque hay que distinguir entre la India tradicional y sus textos, su legado escrito, y la actual India, totalmente globalizada. Si nos atenemos a los textos, encontraremos una concepción unitaria, contraria a la dicotomía que ha nutrido nuestra filosofía, después de los griegos, con la concepción cristiana del universo. En la metafísica del hinduismo lo que llamaríamos aquí el primer principio es hálito, o sonido primordial, ese sonido se va diferenciando progresivamente, a la vez que la conciencia, pero no dejan de ser lo mismo. No hay en realidad causa y efecto, sino una misma energía diferenciada o unificada”.
La espiritualidad que acompaña a estas doctrinas es bien distinta del concepto de religiosidad al que acostumbramos, “que se nutre de interpretaciones doctrinarias, mientras la espiritualidad responde a una voluntad de transformación práctica que está en el origen olvidado de todas las religiones y que nada tiene que ver con la superstición o la creencia ciega, sino, antes bien, con el despojamiento de estas”. O con la manera de observar la conciencia disgregándose. “No soy –escribe– lo que represento, lo que se repite, no soy el mí que se yergue ante el otro, que le teme, le odia, le desea, le asedia o le rechaza, no soy los que dicen, no soy nada que pueda decirse”, escribe la poeta. “Yo soy la fuerza con sus pliegues, la fuerza que adopta una manera de plegarse –a eso lo llamamos persona– y que a veces se despliega y se deja ver ante quien puede, ante quien sabe ver dentro de los pliegues”.
En Madrid representó en el teatro Pradillo sus Diarios indios con audiovisuales de David Valera, recibiendo reseñas entusiastas. ¿Lo representará en Barcelona? “Ojalá –dice– algún teatro lo quiera programar”.