El boom de los fotolibros
Primero, ha de contener un buen trabajo; segundo, ha de conseguir que este trabajo funcione como un mundo en sí mismo; tercero, debe tener un diseño que complemente el tratado; y, finalmente, el contenido ha de potenciar el interés continuo en el que lo mira”. Estas son las cualidades que, según el norteamericano John Gossage, ha de reunir un buen fotolibro (el libro ya no es soporte de unas obras, sino una obra en sí misma), género del que es un maestro indiscutible y que cada día cuenta con más autores en el mundo. España no sólo no ajena a este fenómeno sino que está experimentando un auténtico boom editorial, con toda una generación de fotógrafos que están cosechando importantes premios y son ampliamente reconocidos internacionalmente.
¿Quiénes son? ¿En qué con- siste su trabajo? La Fundación Foto Colectania, en coproducción con Banc Sabadell, responde a esas preguntas en una espléndida exposición, Fotolibros. Aquí y aho
ra, que reúne una veintena de trabajos, ocho de los cuales se despliegan además por las paredes. Son, en su mayoría propuestas experimentales y arriesgadas, de un alto voltaje creativo, como Party, de la es- pañola afincada en Londres Cristina de Middel, quien crea un retrato de la China actual a partir del Libro Rojo de Mao, cuyo texto censura y manipula a conveniencia. Txema Salvans construye una impecable radiografía de la prostitución en la costa mediterránea ( The
Waiting Game), Carlos Spottorno ahonda en los tópicos de los países que los medios económicos han acuñado como PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España); Antonio M. Xoubanova fábula en la Casa de Campo; Óscar Monzón muestra humanos atrapados en el interior de coches; Aleix Plademunt viaja de lo más cercano a lo más remoto a través del paisaje y Ricardo Cases se zambulle en la práctica de la colombofilia en el Levante español.