Pragmáticos por un día
Ha llegado el momento sublime, la hora del desenlace, la suerte suprema. El Barça está a poco más de hora y media de ser campeón de Liga o de cerrar una temporada en blanco. No es difícil marcar las preferencias ante esa disyuntiva. Ni para el entrenador ni para los jugadores ni, por descontado, para el público seguidor, que desea cerrar la temporada con un éxito que le redima de los muchos sinsabores que le ha deparado el año deportivo. Ni siquiera quedan ortodoxos en el entorno que renieguen del título si para ello hay que hacer alguna concesión al pragmatismo (antes resultadismo). Coincidí en una tertulia radiofónica esta semana con uno de los más acérrimos defensores de anteponer el estilo a todo lo demás, incluidos los resultados, que daba su receta para que el Barça gane al Atlético y se proclame campeón. “Debe jugarle (al Atlético) como lo hicieron el Levante y el Málaga”. Es decir, el Barça ganaría el partido cumbre de la temporada si hace un fútbol práctico y aguerrido, como hicieron esos dos equipos para cerrar el paso de los colchoneros cuando estaban embalados hacia el título. Vamos a quitarnos las caretas y a admitir que en el deporte lo que produce mayores satisfacciones y recompensas son los resultados, lo que no implica necesariamente tener que jugar mal o dejar de jugar bien. Lo de jugar mal o bien, mejor o peor, es una opinión subjetiva, frente a datos objetivos, como el resultado final… o la posesión de balón. En el campo del Levante, el Atlético perdió por 2-0, pese a que el equipo de Simeone tuvo una posesión del balón del 60% frente al 40% del equipo local.
No comparto la idea de que para ganar al Atlético el Barça tenga que echar mano de recursos de equipo menor y creo que le basta con jugar como sabe hacerlo el propio Barça. Como ya ha demostrado el equipo esta misma temporada, antes de que Gerardo Martino renunciara a tocar nada, abrumado por la insatisfacción que el juego de su equipo (ganador) generaba en algunos críticos.
Cualquier entrenador quedaría desconcertado si su equipo gana por 2-5 en el campo del Getafe y esa misma noche ya lo ponen a parir. Un GetafeBarça en plena racha triunfal del equipo azulgrana, líder imbatido, y que el equipo afrontó sin Xavi y Messi, lesionados igual que Puyol, y Neymar, sancionado. En aquel partido, Pedro consiguió un hat trick y Cesc completó la goleada. Por cierto que Pedro ya había logrado un hat trick en Vallecas (0-4), en otro partido que mereció más críticas que elogios.
Ante el Atlético, habida cuenta de la trascendencia de un partido en el que no habrá posibilidad de enmendar los errores, me gustaría ver un Barça decidido, que se anticipara al rival por velocidad y decisión y que no se dejara quitar el balón porque los colchone- ros son de los que no encogen nunca la pierna. Es un partido para que los jugadores del Barça reivindiquen el estilo propio del equipo, el de compañeros como Puyol, Márquez, Abidal, Touré, Keita, que fueron imprescindibles en partidos decisivos porque los afrontaban con ímpetu controlado (no con ansiedad), sin rehuir nunca el choque, imponiéndose por valores que exaltan el deporte, propios de los ganadores, como el carácter, la entrega, el atrevimiento, el esfuerzo y la bravura.
Basta con jugar como este año, antes de que Martino renunciara a tocar nada
Valores como esos son los que explican el éxito del Atlético del Cholo Simeone. Respeto a quienes prefieren un fútbol esterilizado, blando y sin atributos, que yo considero decadente y superado, pero compruebo con optimismo que hasta los más estrictos defensores de los dogmas admiten que ante el Atlético hay que poner algo más, algo distinto. Ahora sólo hace falta que los jugadores del Barça salgan convencidos de que si pretenden ganar a los colchoneros sin correr ni luchar no les salvará ni un milagro.