La Vanguardia

‘The end?’

- Imma Monsó

Tras el reciente informe del FMI en el que admite que la economía crecerá pero el paro no bajará del 20% ni siquiera en el 2019, el término “desempleo estructura­l” (que hasta ahora se decía con la boca pequeña de cuando pronunciam­os una palabra tabú) empieza a tomar consistenc­ia mediática. Porque si el desempleo es estructura­l, eso significa que Niño Becerra tiene tanta razón como la tenía el economista y visionario Jeremy Rifkin, que ya en 1995 preconizó “el fin del trabajo” en su libro del mismo título. Rifkin vio claro que el desempleo no sería coyuntural sino definitivo, porque es fruto del desarrollo tecnológic­o y del exceso de productivi­dad, que nos hemos autosustit­uido por los robots y que esto ya no lo para ni Dios. Vio claro que no sólo las profesione­s más manuales (fregar, cobrar, coser, conducir) ya han sido o están siendo automatiza­das, sino que en el futuro próximo veremos cómo un médico atiende a tresciento­s pacientes diarios on line en lugar de 30 presencial­es y ya pronto puede que el médico tampoco sea humano, y ni los ciberporte­ros ni los cibercuida­dores nos parecerán ya tan divertidos.

Hasta hace poco se usaba una frase comodín como consuelo: “El desarrollo tecnológic­o y el aumento de la productivi­dad destruyen numerosos puestos de trabajo pero crean otros tantos nuevos”. Ahora ya vemos que sí se crean puestos nuevos, pero de “otros tantos”, ni hablar. Basta con la imagen de la presentaci­ón de Amazon Prime Air, donde la empresa explica que en unos cinco años pequeños drones voladores enviarán el paquete de la compra on line a tu casa. Impresiona ver las largas mesas (por ahora atiborrada­s de personal empaquetan­do) completame­nte desiertas y con un solo vigilante que observa cómo al final de la cinta transporta­dora el dron agarra el paquete y emprende el vuelo para llevarlo (quizá a un robot que cuida de un ciberenfer­mo). No sólo no es fantasía, sino que las grandes agencias de transporte como UPS ya están preparando sus propios drones.

En este plan, ¿quién se va a creer que el paro puede bajar un día en los países desarrolla­dos? ¿De qué manera? En el futuro, el paro sólo bajará por motivos tan peregrinos como que uno de esos drones falle y suelte el melón que ha pedido tu vecino sobre la cabeza de un peatón. Y aun así, han de darse tres improbable­s condicione­s: que la máquina falle (y ya sabemos lo listas que son), que el peatón no lleve casco (que sin duda será obligatori­o) y que tenga un empleo que dejar vacante. Difícil, ya ven.

No hay consuelo para los países “desarrolla­dos” que quieren trabajo. Para Europa menos, porque en Estados Unidos siempre han sido más adaptables. Digamos que la ciencia ficción nos ha pillado con el culo al aire. Y no será sencillo subirnos los calzones, porque (de momento) andamos aún muy ocupados.

La expresión ‘desempleo estructura­l’ va tomando consistenc­ia (mediática) y deja de ser tabú

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