Adolescencia y salud
La promoción de la salud durante la infancia y la adolescencia es básica para conseguir el bienestar, no sólo en ese momento sino también durante la edad adulta. Una alimentación sana y equilibrada o la realización de actividad física moderada son elementos clave en la prevención de enfermedades prevalentes en la población. Lograr estos hábitos supone, en ciertos grupos de la población, un cambio de actitud y de comportamientos arraigados como el tiempo que se ve la televisión, se juega con videojuegos, se come rápido y poco variado o se vive de modo sedentario.
Pero la adolescencia suele resultar el momento más difícil para instaurar unos hábitos de vida determinados. La complejidad del mundo interior y del entorno más inmediato a la que puede llegar el adolescente en la sociedad actual hace que esta sea, a la vez, una etapa en el desarrollo del ser humano en la que los comportamientos más saludables no se vean, necesariamente, lo suficientemente atractivos como para poder ser seguidos con cierta regularidad.
Esta realidad se hace más acuciante en época de crisis. La presión económica que sufren las familias puede empeorar las condiciones saludables en las que vive el adolescente. Precisamente en la dificultad, el papel de padres y educadores en el establecimiento de hábitos saludables, va a ser muy importante, si bien aún lo serán más los hábitos de los propios compañeros o grupo de amigos. Por eso las estrate- gias para promocionar estilos de vida saludables y de prevención de la enfermedad entre adolescentes están cada vez más relacionadas con acciones multidisciplinares que engloben diferentes áreas del desarrollo y evolución de los chicos.
Dichas estrategias deberían integrar acciones específicas en el entorno más inmediato en el que se mueven los adolescentes: familia, educadores y amigos. De igual forma, es esencial incorporar a los propios adolescentes en la detección de necesidades y en la identificación, diseño y planificación de las estrategias que mejor se adapten a las vivencias que experimentan. Sólo entendiendo el mundo interior del adolescente, sus motivaciones y expectativas en la adquisición de hábitos saludables, se podrán diseñar estrategias eficaces, incluso en tiempos de crisis.