Clara Lago y Dani Rovira están juntos
Las revistas destapan su relación afectiva
Sobre Jacqueline Kennedy se han escrito libros y se han hecho películas y series de televisión, pero la ex primera dama norteamericana todavía se guardaba un as en la manga para que el culto continúe. Se trata de 33 cartas hasta ahora desconocidas que escribió a un sacerdote católico irlandés desde antes de casarse hasta después del asesinato del presidente en 1963 en Dallas.
Las misivas, valoradas en 1,2 millones de euros, van a ser subastadas el mes que viene en Dublín por la casa Sheppard, pero –a fin de alimentar el misterio– se desconoce quién es su propietario, adónde va a ir a parar el dinero e incluso su contenido, excepto pequeños extractos que se
La correspondencia, que se escribió entre 1950 y 1964, terminó poco después del asesinato de Kennedy
han filtrado al diario The Irish
Times.
La correspondencia empieza antes de que Jackie conociera a Kennedy, cuando era novia de un corredor de bolsa con quien estuvo a punto de casarse. Prosigue cuando Camelot entra en su vida, pero la joven aristócrata neoyorquina ya intuye que va a ser un mujeriego “interesado en la caza más que en la conquista, y con la permanente necesidad de demostrarse a sí mismo que sigue siendo atractivo para las mujeres”. Y termina tras el magnicidio de Te- xas, que hace tambalear su fe católica y la lleva a afirmar: “Dios tendrá que darme explicaciones de por qué se lo ha llevado tan prematuramente”.
Jackie conoció al padre Jo- seph Leonard, del colegio All Hallows de Drumcondra, en 1950, durante un viaje a Irlanda cuando ella tenía tan sólo 21 años y él ya 73. Y volvió a verlo por segunda y última vez cinco años des- pués, durante una visita al país del brazo del ya senador norteamericano John Kennedy. El tono de las cartas es como entre dos amigos de la misma edad, aunque las respuestas del cura no forman parte de la colección y sólo se pueden intuir vagamente. En ellas habla de la soledad que siente en la Casa Blanca y de la enorme ambición política de Kennedy, “todo un Macbeth”.