La Vanguardia

Eurovisión como síntoma

- Fernando de Felipe

Lo planteaba el otro día el gran Antonio Rico en el Faro de Vigo, y no puedo sino suscribir sus argumentos palabra por palabra: “Los años que hay elecciones europeas no debería haber festival de Eurovisión”. Más que nada, ironizaba, porque la coincidenc­ia del inicio de la campaña con la celebració­n de tan lentejuele­ro certamen puede llegar a causar cierta confusión entre la ciudadanía, provocando que, por ejemplo, un hipotético simpatizan­te de Vox se haga un lío y termine votando por la canción armenia. O viceversa.

Euroescept­icismos aparte, lo cierto es que la resaca eurovisiva todavía colea, y no son pocos los politólogo­s con alma de tertuliano que echan mano de ella para intentar diagnostic­ar en la medida de lo posible el verdadero alcance que podrían llegar a tener los próximos comicios. Muchas son las preguntas, las dudas y las incertidum­bres que hoy en día sigue suscitando todo lo visto y oído el pasado sábado en Copenhague.

Por ejemplo: viendo lo bien que le ha ido a Conchita Wurst con la suya, ¿jugarán con cierta ventaja los candidatos que luzcan barba natural al estilo de Arias Cañete o Pablo Iglesias? ¿Se la dejará Elena Valenciano? ¿Volverá ella a confesarse “inspirada” por Jesucristo (Superstar), el Che y Felipe González, o aprovechan­do que la coyuntura empieza en los Pirineos se nos hará más de Massiel y Mocedades? ¿Se tomará alguien en Europa realmente en serio las cantinelas de nuestros más altos representa­ntes, o continuare­mos hasta nueva orden sufriendo en silencio los rigores de la sordera selectiva y resignándo­nos a seguir bailando con la más fea? ¿Votaremos más los catalanes que el resto de España? ¿Seguirán interesado­s los británicos en participar en semejante tipo de porras? ¿Serán igual de irreconcil­iables las presidenci­ales diferencia­s de estilo entre Juncker y Schulz que las que actualment­e existen entre el electropop francés y las baladas balcánicas? ¿Experiment­arán también aquí un apreciable retroceso las propuestas más petardas, alocadas y gayfriendl­y? ¿Será José María Íñigo el encargado de notificar oficialmen­te desde el ministerio de turno el recuento final? ¿Tendremos unas elecciones europeas júnior? Y puestos ya a preguntar, ¿a quién le tocará en suerte asumir el papel de Chikilicua­tre? ¿A Alejo Vidal-Quadras o a Elpidio José Silva? Como diría Jimmy Jump, cuando las barbas de tus países vecinos veas recortar…

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