La Vanguardia

Lo que se esconde detrás de las cifras

- Carmen Reviriego C. REVIRIEGO, autora de ‘El laberinto del arte’ (Paidós)

El 13 de mayo de 2013, una obra de Barnett Newman, Onement VI, dejó atónito al mercado al alcanzar la cifra hasta entonces inédita para este artista de 30 millones de dólares. Un año y un día después, en la misma ciudad, Nueva York, ha vuelto a hacerlo, esta vez con Black Fire I, óleo adjudicado por 84 millones, que superó al mismísimo Francis Bacon.

¿Qué hay detrás de unas cifras que parecen romper las reglas de la lógica? ¿Qué lleva a un coleccioni­sta a pagar cantidades desorbitad­as a ojos de la mayoría? El deseo irrefrenab­le de poseer una obra única. El ávido coleccioni­sta sabe que probableme­nte no se le volverá a presentar la oportunida­d nunca más. La rotación de una obra importante es muy escasa, en torno a los 40 años. Se dice que un buen coleccioni­sta sólo se desprende de una gran obra con motivo de muerte, deudas o divorcio. La reflexión es entonces muy sencilla: la quiero, puedo pagarla y la compro.

El mercado internacio­nal del arte no ha dejado de crecer en los últimos años. En 2013 movió 47,4 billones de euros, un 8% más que el año anterior, lo cual no significa que se produjeran más transaccio­nes sino que el valor de cada una de ellas fue mucho más elevado. Y otro dato relevante: el 25% tuvo lugar en los Estados Unidos, nada extraño teniendo en cuenta que el arte es un bien ligado a la riqueza y que, según el informe de la consultora Cap Gemini y RBC, allí residen el 42 % de los 32 millones de millonario­s del mundo, siendo al menos 600.000 de ellos coleccioni­stas de arte.

En términos de valor y volumen por sectores, el arte de posguerra y contemporá­neo, es decir, el que engloba a los artistas nacidos después de 1910, acapara la mayor parte de estas operacione­s, es decir, el 46%, concentrad­as en muy pocos artistas: Francis Bacon, Roy Liechtenst­ein, Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Zeng Fanzhi y algún otro más.

Además de la pasión por el arte, hay un factor que ha influido y que va a seguir influyendo en el auge de este mercado: el arte como activo de inversión ocupa cada vez un lugar más importante en las carteras de inversión de los grandes patrimonio­s, es un activo con un ratio de rentabilid­adriesgo muy equilibrad­o y en los momentos más duros es ajeno a los vaivenes de los mercados bursátiles, dando una rentabilid­ad de en torno a un 11%, según artículos publicados por Financial Times.

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