El Ayuntamiento compra una moneda del siglo IX con la leyenda ‘Barcinona’
El Ayuntamiento compra en una subasta una moneda “de la pre-catalunya” por 11.980 euros
Cada vez que tiren una moneda al aire y hagan una apuesta a cara o cruz, Carlomagno (circa 742-814) y su estirpe sonreirán desde el más allá. Tanto el emperador de Occidente como su hijo, Luis el Piadoso o Ludovico Pío (778-840), y su nieto, con el poco regio nombre de Carlos el Calvo (823-877), dirían: “Cruz, cruz”, porque ese era el símbolo de su sueño: restaurar la cristiandad del imperio romano. Durante el reinado de estos monarcas se instauró la costumbre de acuñar monedas con el nombre del rey y una cruz en el anverso y el nombre de la ciudad emisora en el reverso. De ahí viene el origen del “cara o cruz”.
Las piezas de la época carolingia son muy escasas porque cuando un rey moría, las monedas se recogían, se fundían y se acuñaban con el nombre del sucesor. Por eso el Ayuntamiento de Barcelona, que tiene una partida de 200.000 euros al año para la compra de obras de arte, está exultante con la adquisición en una subasta de una moneda de plata, acuñada en Barcelona entre 814 y 840, durante el reinado de Luis el Piadoso, que comandó las tropas de su padre y arrebató la ciudad a los musulmanes en el 801. La pieza fue adquirida por 11.980 euros, pero el Ayuntamiento no pudo competir con las pujas por una moneda de Carlomagno.
En Portugal dicen: Dios nos dio un país pequeño como cuna, pero a cambio nos regaló el mundo como cementerio. Con Barcelona sucede lo mismo. La ciudad, que lleva habitada dos milenios ininterrumpidamente, no alberga ya ruinas con tesoros, pero a cambio los barceloneses tienen una gran capacidad de maravillarse ante pequeñas grandes joyas.
LA RAREZA La pieza, muy bien conservada y de gran valor, tiene inscrita en una cara “Barcinona”
EL ORIGEN La moneda formó parte de la colección de un antepasado de Alejo Vidal-Quadras
El erudito Albert Estrada, responsable de numismática del MNAC, es uno de esos barceloneses. Gracias a él, el Ayuntamiento fue a la subasta. La moneda, con la inscripción de “Barcinona” en una cara, y “Ludovicus imp” –de imperator– en la otra, es de un valor excepcional. Perteneció a un coleccionista de leyenda, Manuel Vidal Quadras, que nació en Venezuela y regresó a la Catalunya y al Sitges de sus padres. El catálogo de la colección numismática de este acaudalado empresario, antepasado del político Alejo Vidal-Quadras, mereció elogios incluso en el extranjero. La pieza será expuesta en el Museu d’Història de Barcelona y engrosará la colección municipal depositada en el MNAC, con 136.000 piezas.
Se trata, explicó el experto Albert Estrada, “de un sueño para cualquier numismático porque remite a la época carolingia, al origen de la pre-Catalunya”, en una afirmación que permite no pocas controversias en estos tiempos revueltos, aunque no para el concejal de Cultura, Jaume Ciurana, que apadrinaba la presentación y que dijo: “La moneda ha vuelto a casa”. La que no ha vuelto aún es un dracma ibérico con una ninfa en una cara y un Pegaso o caballo alado con una curiosa inscripción en la otra: “Barkeno”, que podría ser la primera referencia a la futura ciudad de Barcino. El dracma procedía de la colección Pujol i Camps y se entregó a la Generalitat, junto a otros importantes legados, al comienzo de la Guerra Civil. Poco después se pierde el rastro. Sólo hay otra moneda igual en todo el mundo, en el museo nacional de Dinamarca. Los arqueólogos tienen mucho de detectives. Carme Miró, responsable del Pla Barcino y del servicio de arqueología urbana, pide colaboración ciudadana para averiguar dónde está o para reconstruir su historia. El Ayuntamiento ya hizo lo mismo el pasado febrero para tratar de localizar, al parecer con éxito, una estela íbera que se halló en el siglo XIX en el Call, el barrio judío. “Ya tenemos algunas pistas”, aseguró ayer Carme Miró.