La Vanguardia

Sudán condena a muerte a una cristiana embarazada

El juez acusa de apostasía a la joven, hija de un musulmán

- JARTUM Redacción y agencias

Mariam Yahia Ibrahim, de 26 años, cristiana, médico, casada, con un hijo de veinte meses y embarazada de ocho meses, fue condenada ayer por un juez de Jartum a morir en la horca por apóstata y a recibir cien latigazos por adúltera.

La acusación de adulterio se basa en que Mariam tuvo relaciones sexuales con un hombre no musulmán. Se trata de un cristiano, el padre de sus hijos, con quien se casó en el 2011. Pero bajo la interpreta­ción sudanesa de la ley islámica, el matrimonio de una mujer con un no musulmán es inválido y constituye adulterio. En cambio, un musulmán puede desposar a una mujer de otra religión.

Por ley, los hijos deben seguir la religión de su padre. Esto es posiblemen­te lo que ocurrió con Mariam, que es hija de un musulmán y de una cristiana. De ahí la acusación de apostasía. Ante la ley, Mariam Ibrahim es musulmana.

“Soy cristiana y nunca he cometido apostasía”, se defendió ayer Mariam en el curso del juicio, tras una larga intervenci­ón de un líder religioso que intentó convencerl­a de lo contrario.

La charia no reconoce la boda de Mariam con un cristiano y dice que comete adulterio

Por fin, el juez Abas Mohamed al Jalifa dijo: “Te hemos dado tres días para abjurar de tu fe, pero has insistido en no regresar al islam. Te condeno a morir en la horca”.

Un centenar de personas acudieron a la audiencia, entre ellas diplomátic­os extranjero­s. Uno de ellos dijo a la agencia France Presse bajo condición de anonimato que “estamos muy impresiona­dos y muy tristes de oír este veredicto, que no es conforme con la propia Constituci­ón de Sudán y con sus obligacion­es internacio­nales”. “Esperamos que –la sentencia– sea conmutada en apelación”, añadió. Las embajadas de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Holanda expresaron su “honda inquietud”, pidiendo que el caso fuera tratado con “compasión”.

Amnistía Internacio­nal (AI) calificó de “aberrante” la sentencia, señalando que Mariam Ibrahim fue educada como cristiana ortodoxa, que era la religión de su madre, mientras que su padre, musulmán, estuvo ausente del hogar familiar durante toda su infancia. “El adulterio y la apostasía son actos que no deberían ser considerad­os crímenes”, dijo Manar Idriss, responsabl­e en Sudán de Amnistía Internacio­nal.

Uno de los abogados, Mohanad Mustafa, dijo que la defensa apelaría, si fuera necesario hasta el Tribunal Constituci­onal, ya que la misma prohibició­n de la apostasía viola la Constituci­ón. A las puertas del tribunal, una cincuenten­a de personas se manifestab­a ayer contra el veredicto, reclamando en una pancarta que “los derechos religiosos son derechos constituci­onales”. Un manifestan­te afirmó que se celebraría­n sentadas ante el tribunal hasta que la mujer sea liberada. En las últimas semanas, estudiante­s universita­rios han organizado protestas por las violacione­s de derechos humanos y en demanda de más libertad y mejores condicione­s económicas y sociales.

Sin embargo, un pequeño grupo de partidario­s de condenar a Mariam Ibrahim se personó asimismo a las puertas del palacio de justicia, al grito de “Alá es el más grande”.

Para Christian Solidarity Worldwide, una oenegé con base en Gran Bretaña, el caso es el último en “una serie de actos represivos” contra las minorías religiosas de Sudán. Las expulsione­s, la confiscaci­ón y la destrucció­n de propiedade­s de las iglesias y otros actos contra los cristianos han aumentado desde finales del 2012, afirma esta organizaci­ón.

A todo esto, el ministro sudanés de Informació­n, Ahmed Bilal Osmán, ha replicado que no existe tal represión contra los cristianos. “Vivimos juntos desde hace siglos”, afirmó.

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AFP El Palacio de Justicia de Haj Yusef, en Jartum

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