La puerta está abierta
El discurso que Winston Churchill pronunció en 1946 en Zurich animando a crear unos “Estados Unidos de Europa” se cita a menudo como uno de los estímulos intelectuales y políticos más importantes del proyecto de integración europea. Lo que suele olvidarse es que Churchill no pretendía entonces que Reino Unido formara parte de esa unión. “Cada vez que tengamos que elegir entre Europa y el mar abierto, elegiremos el mar abierto”, había advertido años antes al general De Gaulle en circunstancias dramáticas (las horas previas al desembarco de Normandía).
El momento de elegir se acerca para los británicos. David Cameron ha prometido que, si es reelegido, en el 2017 convocara un referéndum sobre la pertenencia a la UE. Antes, quiere renegociar la relación de su país con el club y reformarlo para, dice, poder defender ante sus compatriotas que les conviene seguir dentro. Hay dudas sobre que lo consiga. El dossier británico, complicado por el factor escocés, va a ser uno de los más delicados de la próxima legislatura. “No soy tan optimista como para pensar que no van a reelegir a Cameron y que el problema desaparecerá por sí solo”, admite un alto cargo europeo.
Para Londres, la elección del nuevo presidente de la Comisión Europea tiene una importancia capital: necesita ‘vender’ que la UE está cambiando y en ese dis- curso no encajan ni Jean Claude Juncker ni Martin Schulz. La falta de apoyo de Cameron a ambos candidatos puede complicar bastante el relevo.
Angela Merkel, que en un primer momento se mostró insensible hacia las reclamaciones británicas, ha cambiado su postura y no deja pasar ninguna oportunidad para tender puentes. ¿A qué precio?, se preguntan el resto de países. El hartazgo con la actitud británica, justo cuando la zona euro discute cómo integrarse más, es palpable en Bruselas. Pero la UE sabe que se juega su papel como actor global en la pertenencia de su socio más reticente y descreído.
“La Unión Europea tal vez sea una utopía, pero es realista. ¿Por qué? –planteaba Xavier Batalla–. Muy sencillo. Los que se dicen descontentos pueden salir cuando quieran. La Unión Europea, al contrario que otras uniones, no retiene a nadie”. La puerta está más abierta que nunca.