La opinión del turista sobre Barcelona
LA oferta arquitectónica de Barcelona es la que obtiene mejor puntuación –9,21 sobre 10– entre los turistas que visitan la ciudad. Le siguen la oferta cultural (8,82) y las playas (8,75). Este es el trío de cabeza en una lista sobre la valoración de Barcelona integrada por veinte conceptos. Las últimas posiciones son para la limpieza, la oferta de bares, la contaminación, la seguridad y los ruidos. Pero en dicha lista la nota media es alta: 8,42.
Barcelona tiene en el turismo uno de los pilares de su economía. En el 2013 sumó 16,5 millones de pernoctaciones y percibió buena parte de los 14.200 millones de euros que los turistas dejaron en Catalunya. Los barceloneses no desean que su ciudad se convierta en un monocultivo turístico y tratan de sobresalir en otros sectores como el de la investigación científica o el de las telecomunicaciones. Pero, en la actualidad, es obvio que el turismo supone muchos ingresos y puestos de trabajo, así como un impacto económico global muy positivo. Por tanto, parece lógico preservarlo y, en la medida de lo posible, mejorar su rendimiento.
Los resultados difundidos ayer por Barcelona Turisme aportan una valiosa orientación. No podemos decir que su alta valoración de la oferta arquitectónica constituya una sorpresa. Porque ya la tuvo en anteriores estudios y porque Barcelona es la ciudad donde Antoni Gaudí construyó desde la Pedrera y la Casa Batlló hasta el Park Güell y la Sagrada Família. Porque aquí conviven el románico de Sant Pau del Camp con el gótico de Santa Maria del Mar; o el modernismo del hospital de Sant Pau y del Palau de la Música con la arquitectura racionalista del GATCPAC. Y porque en el último cuarto de siglo se han incorporado obras firmadas por las principales estrellas del actual firmamento arquitectónico... Ahora bien, sí procede decir que las autoridades municipales deben ser muy conscientes de esta realidad y actuar en consecuencia. La oferta arquitectónica barcelonesa tiene pocos rivales en Europa. La combinación de su variedad y su riqueza es poco menos que única. Sobre esta base privilegiada es conveniente seguir realizando esfuerzos que permitan mejorar la atención a los aficionados a la arquitectura.
La segunda mejor valoración corresponde a la oferta cultural. Aquí nuestro comentario no puede ser tan entusiasta, porque la crisis ha propiciado serios recortes en las principales instituciones culturales, también en las de segunda fila, y ahora mismo no abundan en Barcelona las exposiciones de artes plásticas de primer nivel, ni los rodajes cinematográficos, por citar dos ámbitos económicamente baqueteados. Tras arquitectura, cultura y playas, reciben buena calificación el carácter de los barceloneses y la oferta comercial; esta última sería todavía mejor apreciada si los horarios se adecuaran a las necesidades o apetencias de los turistas.
Parece, pues, claro que la predilección turística por las ofertas arquitectónica y cultural debería acallar, de una vez por todas, las voces que consideran la inversión en cultura como un capricho suntuario. Como ya hemos apuntado, la cultura crea empleo y negocio. Carece de sentido, por tanto, darle un trato inversor o fiscal insuficientes. Y tiene todo el sentido estimularla y darle mayor la visibilidad. Las playas están ahí, y basta con mantenerlas en condiciones para que sigan complaciendo a quienes nos visitan. La cultura, en cambio, requiere cuidados especiales, pero, como nos recuerda la encuesta, rinde grandes beneficios.