La burbuja inmobiliaria china
LLEGA de China un dato preocupante. Por primera vez, según la Oficina Nacional de Estadística de ese país, las ventas de inmuebles han caído en los cuatro primeros meses de este año, nada menos que un 7,8%, y los proyectos de nueva construcción lo han hecho un 22,1%. Podría ser un primer síntoma de que la enorme burbuja inmobiliaria de ese país, de la que se viene alertando desde hace años, empieza a pinchar.
Los precios de la vivienda nueva en las setenta ciudades más grandes del país, que han registrado aumentos superiores al 140% en los últimos ocho años, y que se encarecieron aún el 20% en el 2013, han subido apenas el 7,7% en marzo respecto a un año antes.
Otras informaciones procedentes del gigante asiático hablan de la existencia de una enorme bolsa de más de 64 millones de viviendas vacías, algunas en verdaderas ciudades fantasma, que no encuentran comprador ante el elevado precio que han llegado a alcanzar y que las convierten en inalcanzables para la población, en su mayor parte joven, que llega de las zonas rurales.
Ha sido el propio Gobierno de Pekín el que últimamente ha intentado frenar el crecimiento de la burbuja inmobiliaria, con severas restricciones a la concesión de hipotecas, para buscar un crecimiento más equili- brado. El riesgo es qué sucedería en China, y de rebote en el resto del mundo, si pinchase abruptamente la burbuja inmobiliaria, cayeran los precios, las empresas inmobiliarias entrasen en crisis, arrastrasen a la banca, se paralizase el sector de la construcción, que representa el 23% del PIB, y se hundiera también la recaudación tributaria de las administraciones públicas. Un escenario semejante en la segunda economía del planeta podría llegar a provocar otra nueva recesión global.
La gran diferencia de la eventual crisis inmobiliaria del gigante asiático con las vividas anteriormente en Japón, y más recientemente en Estados Unidos y España, es que China tiene una demanda de vivienda creciente por mucho tiempo, ya que cada año migran desde el campo hacia las ciudades más de veinte millones de personas, y asimismo dispone de la potencia financiera suficiente para inyectar dinero a su economía, sostener el crecimiento y propiciar un ajuste suave de su sector inmobiliario, en un escenario que sería el deseable. No en vano China tiene la mayor reserva de divisas del mundo. El gobernador del Banco de China no ve razones para la alarma y asegura que este año se logrará el 7,5% de crecimiento económico previsto. En cualquier caso, la segunda economía del planeta ha entrado en proceso de estricta observación.