El despido de Abramson desvela tensiones en ‘The New York Times’
MEDIOS El diario habla de un asunto de gestión de la redacción y otros, de discriminación salarial por una cuestión de sexo
Jill Abramson se tatuó una T de carácter gótico en el hombro. La T que simboliza The New York Times. Desde el cargo de directora, se grabó en la piel su lealtad institucional.
De nada. No le ha servido de nada. El editor, Arthur O. Sulzberger Jr., no hizo ningún esfuerzo público el miércoles por edulcorar su despido.
No hubo mención a su contribución en la exitosa aplicación del modelo de suscripción digital –prácticamente 800.000–, al lanzamiento de nuevos productos on line o al importante frenazo en la caída de ventas de la edición impresa y la recuperación del mercado publicitario.
El movimiento cogió por sorpresa a los empleados. Sulzberger sólo les explicó, en ausencia de la protagonista, que el cambio se debía a “una cuestión en la gestión de la redacción”.
Su nombre desapareció de inmediato de la mancheta. Jill Abramson, de 60 años y en el puesto desde el 2011, fue la primera mujer al frente del rotati-
La primera mujer directora se tatuó la T del ‘Times’ como muestra de lealtad, que poco le ha valido
vo. En otra vuelta de tuerca, le sucede su número dos, Dean Baquet, de 57, que se convierte así en el primer negro al mando de la redacción de la Dama Gris.
Las especulaciones saltaron de inmediato. En escasos tres años el propietario había perdido su confianza en la directora.
Unos buscan la razón última en un conflicto de discrimina- ción salarial por cuestión de sexo, mientras que otros –entre estos, la versión oficial– apelan a algo más mundano: la falta de sintonía entre Abramson y buena parte de la redacción. Sobre todo con Baquet, quien en alguna ocasión perdió la nervios y no pudo reprimir su desacuerdo golpeando mesas o paredes.
En la página web de The New Yorker, el reconocido experto en medios, Ken Auletta, cita en primer lugar en esta ruptura la petición de Abramson de cobrar lo mismo que su antecesor, Bill Keller. Entendía que le pagaban menos por ser mujer, reclamación que enervó a un editor que en el pasado afrontó acusaciones de discriminar por razones de sexo.
El propio Auletta señala que otros niegan la discriminación salarial de Abramson –Keller llevaba más años en la empresa– y apunta a un conflicto con el director general, Mark Thompson (fichado de la BBC en el 2012), y, coincidiendo con el Times, a un choque con parte de los periodistas. El detonante sería su intentó de fichar a Janine Gibson de The Guardian, para ponerla de ayudante, lo que se interpretó como marginación de Baquet, con el que ya compitió en el 2011 por la dirección.
Baquet elogió a Abramson, de brillante carrera en el reporterismo. Pero cerró con la cita de lo que un día le dijo un colega: “Los grandes directores también pueden ser humanos”.