Conocimiento del ‘kaiju eiga’
Godzilla Dirección: Gareth Edwards Intérpretes: Aaron TaylorJohnson, Elizabeth Olsen, Ken Watanabe, Bryan Cranston Producción: EE.UU.-Japón, 2014. Duración: 123 minutos. Fantástica.
El Godzilla de 1998, dirigido por Ronald Emmerich, obedecía esencialmente a la moda de los dinosaurios iniciada por Steven Spielberg, que un año antes había estrenado El mundo perdido, la secuela de Parque jurásico. Era, como toda superproducción fabricada al ciento por ciento en los despachos de la productora, un éxito de taquilla sin alma. El Godzilla que ahora nos ofrece Gareth Edwards, saltando temerariamente de la serie B (la modélica Monsters) a primera división, ofrece personalidad, un profundo conocimiento del género (kaiju eiga o película de monstruos japonesa) y de las raíces del mítico monstruo. Aquí hay un agradecido reconocimiento al origen ( Japón bajo el terror del monstruo, el título original de 1954), a la causa de su existencia (las pruebas atómicas en el Pacífico, el bombardeo de Hiroshima) y a un detalle que muchos jóvenes espectadores desconocerán: que, en la larga serie de epopeyas godzillianas, la criatura pasó muy pronto de ser la bestia que arrasa ciudades a defensora de la especie humana.
La película arranca con un excelente prólogo, fiel a cierto canon de la ciencia ficción, situado en Filipinas en 1999 (primer enigma: el hallazgo de un enorme esqueleto en el interior de la tierra, una escena muy Alien), al que sigue un accidente en una central nuclear japonesa que hoy recordará a Fukushima (segundo enigma: ¿qué ha causado ese inexplicable seísmo y su consecuente tsunami?). Ya en el presente, Tokio, Honolulu y Nueva York, entre otras ciudades, se repartirán el pastel catastrofista propiciado por unos monstruos también deudores del diseño de Alien y por el egregio Godzilla. Edwards, que filma con un toque de distinción muy plausible, se supone que ha de pagar el peaje de la gran industria enlazando una serie de clímax espectaculares, digitalmente prodigiosos, pero sumamente agotadores: Godzilla ganaría mucho con media hora menos de metraje. Con todo, es un entretenimiento más gratificante que el de Emmerich.