La trompeta hecha canción
Para numerosos aficionados y muchos especialistas, Ambrose Akinmusire es el músico joven de jazz más excitante de la actualidad. Su temprana eclosión –lo recordaba hace unos días un rotativo estadounidense– tuvo lugar en el 2007, cuando se hizo con el prestigioso premio de jazz Thelonious Monk, con un jurado formado por los trompetistas Herb Alpert, Hugh Masekela, Quincy Jones, Terence Blanchard, Clark Terry y Roy Hargrove. Desde aquel entonces, Akinmusire no ha defraudado las expectativas despertadas y su carrera musical sólo se puede calificar de meteórica y, en general, ascendente (la revista Downbeat le consideró en el 2012 como mejor trompetista).
Hace unas semanas se publicó el segundo álbum de estudio que ha grabado para el cotizado sello discográfico Blue Note, The imagined savior is far easier to paint. Si hay algo por encima de otras consideraciones que puede definir el volumen es su carácter atípico y experimental. Parece evidente que a él no le interesa ser un trompetista fulgurante en el sentido de Dizzy Gillespie o Miles Davis, sino más bien un intérprete de sensaciones que tiene la trompeta como vehículo. A partir de ahí hay que ver las composiciones que dan forma al disco, una basada en un sintecho, otra pensada en Joni Mitchell o una tercera inspirada en el bailarín John W. Bubbles, por ejemplo. En el disco se arropa de su cuarteto –completado por Sam Harris (piano), Harish Raghavan (contrabajo) y Justin Brown (batería)–, y recurre cuando es necesario al guitarrista Charles Altura o los vocalistas Becca Stevens, Theo Bleckmann y Cold Speks.
En su doble sesión barcelonesa, Akinmusire estará únicamente acompañado de sus músicos habituales, y se prevé que el repertorio no se circunscribirá al mencionado álbum. En cualquier caso, la emoción está garantizada.