La Vanguardia

Por fin, barcelonis­mo

- Juan B. Martínez

No sonó el himno del Barça pero estuvo presente. No se escuchó el tant se val d’on venim, si del sud o del nord, pero el fenomenal acto de despedida de Carles Puyol fue eso, un ejercicio de barcelonis­mo en estado puro. Un día para sentirse orgulloso. Una mañana para compartir, para reunir a todas las familias del club, de su pasado, de su presente y de su futuro. Una jornada sin ismos, sin enfrentami­entos, sin erosión interna. Estaba Josep Lluís Núñez y estaba Joan Laporta, estaba Charly Rexach y estaba Johan Cruyff. Estaba la madre del defensa, su com- pañera, su hermano y sus mejores amigos, los del fútbol (De la Peña, Albertini...) y los de la vida privada (Javi Pérez, el inseparabl­e de la Pobla). Estaba todo el vestuario entero (salvo Valdés) rindiendo pleitesía a un capitán universal, como prueba las preguntas que le vinieron desde Argentina, desde Inglaterra, desde Italia o desde Qatar y como prueba el hecho de que asistieran ex selecciona­dores como Iñaki Sáez o José Antonio Camacho o ex técnicos que ya no tienen nada que ver con el Barça como Radomir Antic.

El Auditori 1899, junto al Camp Nou, se quedó pequeño para albergar el homenaje a Puyol, que se resistió a pronunciar la palabra retirada aunque reconoció que ya sólo espera que su rodilla le permita jugar a pádel o salir a correr cuando le apetezca.

Tuvo un adiós a la altura de su monumental carrera en el club porque hubo sorpresa, emoción y felicidad. Por eso el capitán no pudo evitar que se le saltaran las lágrimas cuando recordó sus sueños de niño o cuando mentó a los que ya no están, como su padre, Luis Aragonés o Tito Vilanova. Los que no pudieron acompañarl­e en persona lo hicieron a través de un vídeo en el que apareciero­n, entre otros muchos, Louis van Gaal, que provocó las carcajadas del personal (“tú para mí siempre fuiste positivo”), Pep Guardiola o Luis Enrique, que le lanzó dos mensajes. “Gracias por cuidar tan bien el brazalete de capitán” y “T’esti-

mo”. Significat­ivo que el próximo entrenador del Barça cerrara el vídeo del club. Pero Puyol, gran amigo de Lucho, estuvo especialme­nte cariñoso con Martino porque no quería que nadie se sintiera ajeno a un día que era suyo, pero también de todos, incluidos los empleados del club, que, al igual que los jugadores, recibieron un brazalete de capitán.

Andoni Zubizarret­a citó a Gandhi y a Mandela para ensalzar la figura de un jugador que encarna unos valores repletos de contenido y carentes de marketing. Y Josep Maria Bartomeu y Xavi le pidieron que siguiera vinculado al Barça. Está dispuesto. Es solo un hasta luego. “Puyi, Puyi, Puyi”, corearon los futbolista­s azulgrana. Por un día, todos de acuerdo.

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