Estar en el paro a partir de los 50
Tras más de 31 años cotizando (más de 29 haciéndolo al máximo nivel), tras 15 meses de servicio militar obligatorio, de educar a cuatro hijos y de pagar una cantidad ingente de impuestos directos e indirectos, puede pasar que, en los últimos años de mi vida, me vea relegado a la inactividad profesional, no por voluntad propia, sino porque los ciudadanos que superamos los 50 años, cuando nos envían al paro, pasamos a formar parte del colectivo de leprosos sociales.
Pero ¿a quién le interesa? Los políticos que gobiernan tienen prácticamente asegurada su jubilación, en muchos casos, dorada, mientras los jóvenes se arrastran por 800 euros o 1.000 euros al mes, con suerte, y con contratos basura. Y los que trabajan con un contrato digno y no llegan a los 50 bastante tienen con su vía crucis personal, cada vez más amenazados por los jóvenes dispuestos a ejercer cargos de responsabilidad con sala- rios ridículos para su contenido, perfil y responsabilidad.
¿Acaso nadie se da cuenta del activo social y económico que supone el colectivo de gente madura, realmente preparada, con criterio y experiencia, que se ve abocado a medrar en el ostracismo social, profesional y económico?¿Y si aparte de reducir el número de políticos, se asignara el 33% de los cargos político-administrativos a personas cuya edad mínima fuera superior a 50 años, que estuvieran en el paro o prejubilados? Seguro que encontraríamos suficientes candidatos a un coste sustancialmente inferior al de los políticos actuales. Y apuesto a que su trabajo sería realizado a consciencia, aportando una buena dosis de sentido común y experiencia, con dedicación exclusiva y sin otros intereses. ENRIC ROCA BUENO Barcelona