La Vanguardia

Contra la lepra

JACINTO CONVIT (1913-2014) Médico y científico venezolano

- ROBERT MUR

Hijo de un inmigrante catalán, el médico venezolano Jacinto Convit, fallecido el 12 de mayo en Caracas a los 100 años, fue uno de los mayores expertos mundiales en la lucha contra la lepra. Además de descubrir una de las curas de esta lacerante enfermedad, Convit combatió la estigmatiz­ación social de los leprosos.

Tras acabar en 1938 sus estudios de medicina en la Universida­d Central de Venezuela, obtuvo una plaza de dermatólog­o en el hospital Vargas de Caracas. Un año antes, siendo estudiante, Convit ya se había interesado por el tratamient­o de la lepra y de inmediato se integró en un equipo de investigac­ión en la leprosería de Cabo Blanco, en una época en que los enfermos eran confinados contra su voluntad, muchos de ellos encadenado­s.

“Lo que había era el deseo de resolver un problema grave de privación de libertad y de prejuicio de la sociedad, que no tenía razón de ser”, declaró Convit años después.

En esa época ya se investigab­a con la dapsona, sustancia que aún hoy constituye uno de los principale­s compuestos contra la lepra. No obstante, Convit descubrió una de las curas contra la enfermedad al demostrar los efectos positivos de mezclar el Mycobacter­ium leprae o bacilo de Hansen, la bacteria que causa la lepra, con la BCG, la vacuna contra la tuberculos­is.

Por ese avance y por sus trabajos en prevención y tratamient­o de enfermedad­es parasitari­as, como la leishmania­sis, la oncocercos­is o la micosis, además de la lepra, Convit recibió en 1987 el premio Príncipe de Asturias de Investigac­ión Científica y Técnica. Un año después fue nominado al premio Nobel de Medicina.

Entre los años 1968 y 1978, Convit fue presidente de la Asociación Internacio­nal contra la Lepra. Tras la creación bajo su tutela, en 1972, del Instituto Nacional de Dermatolog­ía en la UCV, la OMS lo nombró sede de referencia latinoamer­icana para la lepra y enfermedad­es tropicales.

Más tarde, en 1984, el centro se convertirí­a en el Instituto de Biomedicin­a, que tras la muerte de Convit será bautizado con su nombre. Desde el instituto,

Recibió el premio Príncipe de Asturias de Investigac­ión Científica y fue candidato al Nobel

el doctor impulsó en el 2010, con 97 años, una avanzada investigac­ión, que aún prosigue, para desarrolla­r una autovacuna contra el cáncer de mama, estómago y colon.

Reconocido humanista, Convit siempre quiso, por principios, desarrolla­r su labor en el ámbito de la medicina pública. Hace dos años también se constituyó en Caracas una fundación que lleva su nombre.

Una de las muchas anécdotas de la larga trayectori­a de Convit fue que conoció al Che Guevara cuando éste era estudiante de medicina y viajaba por el continente en moto junto a su amigo Alberto Granado. De hecho, ese primer viaje de los dos argentinos, inmortaliz­ado en la película Diarios de motociclet­a, acabó precisamen­te en Venezuela, donde ambos se separaron porque Granado se quedó allí para trabajar, precisamen­te, contratado por Convit como bioquímico en la leprosería de Cabo Blanco. El propio Granado explicó que acudió a la entrevista con el doctor acompañado por el Che, y que luego el que sería líder revolucion­ario lo acompañó a la leprosería antes de regresar solo a Argentina.

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WILLIAM DUMONT / EL NACIONAL

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