Malos tiempos para Pippa Middleton
Ha sufrido varios reveses profesionales
‘The Sunday Telegraph’ ha suprimido su columna después de seis meses a petición de los lectores
Hay sin duda cosas que a Pippa Middleton se le dan bien, como mostrarse siempre fotogénica y emperifollada, haberse convertida en una celebridad por el mero hecho de ser la hermanísima de la princesa Catalina o lucir ese apreciado trasero que según Stéphane Bern, comentarista de cotilleos del canal France 2, “es postizo”. Pero hay también una cosa que se le da mal, y es escribir.
Mira que lo ha intentado la pobre Pippa. Primero con un libro titulado Celebrate sobre “secretos sobre cómo organizar la fiesta perfecta”, que tan sólo vendió 18.000 ejemplares y fracasó todavía más estrepitosamente que los de Sarah Ferguson, ex tía política de su cuñado Guillermo.
Pero como está empeñada en justificar su fama en algo más que sus conexiones familiares y su aspecto, Pippa diversificó sus intereses literarios con una columna mensual sobre “deportes y estilo” en The Sunday Telegraph, en la que escribía sin particular gracia sobre temas tan diversos como si las ostras son afrodisiacas (sin duda le llevó una compleja investigación), los mi- nutos que hay que cocer la pasta o la técnica para dar la vuelta en la sartén a las tortitas sin que se caigan. Para una de ellas fue a un gimnasio del East End de Londres donde se entrenan los boxeadores, y se mostró sorprendida por el olor a sudor y porque no hubiera zona VIP para personas como ella. O sea, de clase media con aspiraciones aristocráticas. Su columna sólo ha durado seis meses, porque los lectores inundaron a la secretaria del director con cartas protestando por las “insulsas chorradas” que contaba y exigiendo un periodismo más serio. Y similar suerte han corrido sus recetas de cocina para la revista culinaria de la cadena de supermercados Waitrose, cu- yos clientes organizaron una campaña demandando que volviera a escribirlas Delia Smith.
Pero no todo son malas noticias para Pippa, a la que se ha divisado en una finca de Escocia en compañía de sus padres y de su novio, Nico Jackson, un acaudalado banquero de inversión con quien se rumorea que se va a comprometer en cualquier momento. Los periódicos sensacionalistas y los paparazzi la tratan con guante de seda por ser quien es (la hermana de una futura probable reina), nunca comete ningún desliz ni aparece en las fotos con ojeras o la pintura de labios corrida.
La idea de sus asesores de imagen era extrapolar esa perfección a los libros y las columnas, y dar credibilidad a sus ideas sobre cómo organizar una boda o una despedida de soltera, o cocinar unos espaguetis a la carbonara como para chuparse los dedos. Pero sus propuestas culinarias han resultado poco atractivas, y su estilo literario más bien cursi, tonto y aburrido, sumergido en las banalidades y los comentarios huecos. No es lo suyo.