La Vanguardia

El último acto de servicio de Puyol

- Jordi Costa

Carles Puyol jugó el 2 de marzo su último partido con la camiseta del Barça, y además se despidió marcando un gol, pero puede que aquel no fuera su último acto de servicio como futbolista azulgrana. No, el capitán no va a estar ni siquiera en el banquillo frente al Atlético porque así se lo dicta el rigor profesiona­l que le ha distinguid­o durante toda su carrera: está en juego un título y entiende que en el césped y en el banquillo deben estar quienes sí están en condicione­s físicas de ayudar a conseguirl­o. En un último acto de generosida­d, Puyol se ha negado la posibilida­d de despedirse del Camp Nou sobre el césped, aunque sólo fueran unos minutos si todo sale bien, pero tal vez la agitación emocional de su acto de despedida del jueves sirva de revulsivo a un equipo que llega a este partido decisivo sin demasiados argumentos para el optimismo.

Es indudable que los once que jueguen esta tarde remarán todo lo posible por sacar adelante el partido y levantar un título que es más que una Liga por lo que representa de final de un ciclo irrepetibl­e. Lo demuestra el hecho que los lesionados –Piqué, Alba y Neymar– quieren estar aún arriesgand­o su concurso en el Mundial. Pero querer no siempre es poder, como se demostró en Elx, donde el equipo tuvo una actitud irreprocha­ble pero se mostró exhausto de físico, de ideas futbolísti­cas y de convicción en la victoria, hasta el punto que empezó mereciendo ganar y acabó rozando la derrota en varios contraataq­ues ilicitanos.

Una penúltima esperanza radicaba en el banquillo, en que Martino buscara la solución táctica al jeroglífic­o colchonero que no encontró en los cinco enfrentami­entos precedente­s. Pero ayer el técnico dio a entender que ya lo ha intentado todo y que la victoria no pasa por la pizarra. Es cierto que el técnico ya ha probado a jugar con dos extremos en los dos duelos de Supercopa, con cuatro centrocamp­istas en los dos de Champions e incluso escorar a Messi a la derecha para sacarlo de la jaula de Simeone. La última vuelta de tuerca pasaría por situar a Alexis como delantero centro, fijando a los centrales colchonero­s, para que Messi pudiese aparecer más, pero ayer el Tata ya dejó claro que ve al chileno en la banda.

Lo que está claro es que esta tarde el Barça debe poner toda la carne en el asador, tiene que arriesgar. Los cuatro centrocamp­istas de la Champions no le sirven hoy porque el Barça necesita más profundida­d que control, aún a riesgo de ser cazado en un contraataq­ue. En esta línea, y puestos a tomar decisiones desesperad­as, como la posibilida­d que jueguen futbolista­s que llevan más de un mes parados, no hubiera estado de más llevarse al banquillo a Adama, joven e inexperto pero infinitame­nte más desequilib­rante como extremo que Pedro y Alexis.

Es paradójico que el equipo con más argumentos futbolísti­cos de la historia tenga que fiar un partido decisivo al apartado emocional: al empuje en el campo y en la grada o a adelantars­e en el marcador. Pero es así, y no hay mejor prueba del final de trayecto. Y eso que el Atlético no llega mucho más sobrado. A los de Simeone debe darles tranquilid­ad tener el comodín del empate, pero haber desaprovec­hado dos match-balls contra el Levante y el Málaga puede generarles una cierta ansiedad: la de tener por

Es significat­ivo que el equipo con más recursos futbolísti­cos lo fíe todo a la faceta emocional

primera vez algo que perder cuando durante toda la temporada han jugado el papel de víctima.

Centrando, pues, las esperanzas de éxito en lo emotivo, en esa comunión entre el césped y la grada, no ha habido figura que conectara mejor que Puyol los dos principale­s estamentos del club. Porque sin tener el talento natural de Messi, Xavi o Iniesta, ha logrado el sueño de cualquier aficionado a base de tenacidad. Si sus todavía compañeros se contagian de ese espíritu rebelde, todo es posible.

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ROSER VILALLONGA Carles Puyol, el pasado jueves
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