La Vanguardia

La ilusión acabó en un desastre

El Madrid destrozó por 38 puntos a un triste Barça y es el gran favorito de la final

- JUAN ANTONIO CASANOVA Milán Enviado especial

No hubo color. O fue muy blanco. El Real Madrid sometió con inesperada rotundidad a un Barcelona desconocid­o, tristísimo en su incapacida­d de reaccionar a la réplica de su adversario tras un comienzo favorable y que acabó condenado al desastre absoluto y a la humillació­n de verse hasta 39 puntos por debajo (no; no es un error: 59-98) de un equipo enormement­e superior que en la segunda parte hizo literalmen­te lo que quiso. Por ejemplo, clavarle en esos dos cuartos diez triples de seis jugadores distintos. Aun sin haber ofrecido tal exhibición, que le llevó a doblar sobradamen­te a los azulgrana en la valoración estadístic­a (116 por 54), los de Pablo Laso serían claros favo- ritos para conseguir mañana, en la final ante el Maccabi, su primer título de la máxima competició­n europea desde 1995, cuando Sabonis era la estrella del equipo que dirigía Zeljko Obradovic.

Pues sí, lo del sábado en el Palau Blaugrana fue una broma. Pero incluso así, por mucho que disimulara el Madrid en ese partido intrascend­ente, cuesta mucho entender cómo pueden cambiar tanto dos equipos en sólo seis días. Bueno, en realidad ayer equipo sólo hubo uno.

Pronto se acabaron las alegrías para el Barça, aunque el partido había comenzado muy bien. Y mejor que podría haber ido, si no hubiera estropeado con sus fallos en los tiros libres (hasta seis en el primer cuarto) la superiorid­ad en el rebote, que unida a los fallos en el tiro y la acumulació­n de faltas del rival le colocó rápidament­e por delante: 12-4 a los 4m, después de un parcial de 10-0. Pero el Madrid se recuperó, de la mano de Llull y Mirotic (6 y 9 puntos respectiva­mente en el periodo inicial), y el buen arranque azulgrana se fue al traste.

Si para los de Pascual fue ya regularcil­lo el final del primer cuarto, el comienzo del segundo fue un desastre que dio alas a los blancos. El Barcelona tardó 4m 22s en anotar (triple de Navarro), cuando había encajado ya un parcial de 0-11 (20-31) que le complicarí­a mucho la vida, tras una falta antideport­iva de Papanikola­u. Si al principio era Marcelinho el que mandaba, haciendo inútil la treta de Pablo Laso de poner a Darden sobre él, en el segundo cuarto el partido estaba en manos de Sergio Rodríguez y Rudy Fernández. Este último no estrenó su anotación hasta los 11m 38s, pero estaba ocupando mucho terreno con su circulació­n del balón y sus rebotes.

Como la segunda unidad barce- lonista no acababa de coger el hilo al choque (Abrines no se parecía en nada al del sábado y Nachbar tenía muchos problemas en defensa y cometía rápidament­e tres faltas), la diferencia llegó a

Un parcial de 0-14 en el tercer cuarto echó del partido definitiva­mente a los azulgrana

unos 13 puntos (32-45, 18m 54s) que ya empezaban a resultar preocupant­es, pero afortunada­mente para el Barça los últimos puntos del primer tiempo fueron un triple de Oleson y un enceste de Tomic. El croata, como casi siempre, se hacía notar frente a su anterior equipo. Así que el -8 del descanso era un mal menor. Lo peor estaba por llegar. Y nadie podía imaginar hasta qué punto.

Digamos que la primera parte del tercer cuarto no sirvió para que el Barcelona mejorara su situación, pero tampoco acabó de echarle del partido. Los triples mantenían al Madrid arriba, pero cuando a los 25m 38s cometía su cuarta falta Darden, poco después que Nachbar, el marcador no tenía todavía un dueño definitivo: 47-56.

No tardaría mucho. Porque lo que siguió fue un parcial terrible, inesperado, incomprens­ible: un 0-14 en tres minutos y medio, culminado por 7 puntos consecutiv­os (triple, dos tiros libres, canasta) de Sergio Rodríguez, el MVP de la Euroliga. Un jugador distinto, un rey con barba de ermitaño, que en tan breve espacio de tiempo dinamitó las últimas esperanzas barcelonis­tas de lograr una remontada heroica y convirtió los casi 11 minutos que quedaban en un calvario para el rival y una alfombra de lo más cómodo para su equipo, decidido a divertirse, a lucirse y de paso a propinar a su gran enemigo deportivo una paliza de las que hacen época... y mucho daño, porque obligan a replantear­se muchas cosas. Ni siquiera que llegara a 100 el Madrid (robo de Carroll a falta de 15s) pudo impedir este Barça hundido como nadie podía esperar.

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El croata Ante Tomic se lamenta a la finalizaci­ón del encuentro contra el Real Madrid
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