Así no se puede perder
No se conoce que el Barça de baloncesto tenga en su almanaque una maldición como la que le lanzó el legendario entrenador Bela Guttmann al Benfica tras ser despedido. Ni siquiera se puede decir que el equipo azulgrana sume 52 años sin conquistar una com- petición europea. Pero cuando llega el momento de jugársela en las final four al conjunto barcelonista le suele entrar el tembleque y se viene abajo. Aunque nunca de forma tan horrible y tan ridícula como ayer. Poco importa si alcanza la cita en buena o mala forma, si lo hace como favorito o como tapado. El resumen es que de 14 veces que ha estado entre los cuatro mejores solamente en dos ha acabado le- vantando el trofeo. Un porcentaje irrisorio, tan lamentable como loable es el hecho de que año tras año el Barcelona se vuelva a trabajar su clasificación.
Pero al final reina la frustración. Más anoche porque el equipo de Xavi Pascual había transmitido buenas sensaciones en las semanas previas, porque se le veía convencido de poder disputarle el partido al Madrid hasta el último se- gundo, como había hecho en la Copa del Rey. Pero para nada fue así porque pese a un inicio esperanzador rápidamente llegaron las sombras, los miedos, los temores habituales escenificados en la pésima eficacia desde la línea de personal. El tiro libre, el lanzamiento psicológico por antonomasia, suele decir muchas cosas sobre un equipo. Por ahí empezó a escapársele todo a un desastroso Barça, mucho peor que hace un año cuando cayó con honor frente al mismo adversario, un envidiable Madrid que va lanzado.