Los nueres y la civilización
Cuando en Sudán del Sur la lucha entre las etnias dinka y nuer está provocando millares de muertos y de desplazados, el libro que Evans-Pritchard publicó en 1940 emerge cual evocación ineludible. Bajo un título breve, Los nueres, el antropólogo estudia con maestría este pueblo de Sudán, país que por aquel entonces era una colonia anglo-egipcia. Los nueres sumaban alrededor de 200.000 individuos, trashumantes que subsistían en especial de la ganadería. “Las mujeres son vaqueras; los hombres, pastores”, escribe. Y señala que carecían de gobierno, ya que el jefe era una persona sagrada pero sin autoridad política. “Podemos calificar su Estado de anarquía ordenada”, nos dice. Su vida era ruda e incómoda, po- bres en bienes aunque “de espíritu muy orgulloso”. La escasez de comida inducía a la interdependencia de los grupos, de manera que con frecuencia las mujeres y los niños comían unos en las cabañas de otros. En este punto, Evans-Pritchard pontifica: “La escasez y no la suficiencia es lo que hace a las personas generosas, ya que de ese modo todo el mundo está asegurado contra el hambre”.
No idealicemos, sin embargo, la vida y organización tradicionales de los nueres. Las mujeres estaban sometidas a los hombres como hijas o como esposas, pese a que las relaciones fueran más equitativas que en otras tribus visitadas por el autor. Por lo demás, los nueres eran guerreros y ladrones, de forma que las tribus luchaban unas contra otras para robarse ganado. En cuanto a los dinkas, constituían el enemigo inmemo- rial de los nueres, los cuales hacían incursiones contra ellos para apoderarse del ganado por las armas. En cuanto a los dinkas, lo robaban con engaños.
Llegados al siglo XXI, existe un Sudán del Sur con un presidente dinka, un 73% de analfabetos y un PIB que ocupa el lugar mundial 153. Ahora los nueres no se enfrentan a los dinkas con lanzas, sino con armas automáticas, produciéndose matanzas que desangran a ambos pueblos. La colonización los destinó a la ignorancia y la belicosidad, la independencia de Egipto en 1956 no les trajo progreso alguno, y en el emancipado Sudán del Sur, convertidos en urbanitas, poseen municiones más dañinas mientras viven en la misma inopia. Los posibles beneficios de la civilización han pasado de largo para los nueres, como para los subsaharianos que emigran en letales pateras.