Faro de la sardana moderna
TOMÀS GIL I MEMBRADO (1915-2014) Compositor
Coincidiendo con los actos de celebración de la capitalidad de la sardana que este año ostenta Barcelona, el miércoles murió a los 99 años Tomàs Gil i Membrado, el compositor de sardanas más prolífico del país, con cerca de 1.300 obras escritas, tal como remarca la Confederació Sardanista de Catalunya. Nacido en Horta de Sant Joan el 20 de abril de 1915, también fue director de cobla y compositor de obras sinfónicas, música religiosa, coral y música ligera. El entierro será hoy en el tanatorio de Collserola a las 10.15 h.
Músico autodidacta, fue director de la Banda de Horta de Sant Joan y fundador de la orquestina Esmeralda. En 1956 se estableció en Barcelona, donde fundó las ediciones Gil Membrado. No deja de ser curioso que su actividad como compositor la inició tarde, a los 48 años, cuando entró a formar parte como instrumentista de fiscorno de la desaparecida Cobla Barcelona.
Su gigantesca tarea fue reconocida con la Creu de Sant Jordi (2010) y con cerca de un centenar de premios por sardanas tan emblemáticas como Lloret Bonica, Roca de Quer, Coll de Jou, Figueres 1267, o La mare de Déu de Gràcia. Pero su obra más conocida y propagada es La flama de la sardana, que se ha convertido en todo un símbolo para el sardanismo.
Sus biógrafos también destacan Els tres patufets, Colla Oreig o Colla Maig, y las obras sinfónicas para una o dos coblas Diumenge, L’estudiant de Vic o Tocatta i fuga núm. 1 para cobla aumentada con saxofón y clarinete bajo.
Es el compositor de sardanas más prolífico, con cerca de 1.300 obras escritas
Aparte de doce glosas de canciones populares registradas en disco por la Cobla Barcelona, uno de sus legados más singulares es la grabación de una colección de siete obras de seis sardanas y un poema sinfónico, una por cada día de la semana, y otra colección de doce, una para cada mes del año. Cuando hablaba de su trabajo, el compositor siempre repetía que su máxima aspiración era “conse- guir que la sardana asimile las corrientes más modernas, sin perder su fuerza racial”.
Autor de dos libros, Mis vivencias (2002) y Vademècum sardanista (2003), al gran compositor se le dedicó en vida una avenida en Vilanova d’Escornalbou y una calle en Horta de Sant Joan, su pueblo natal, situado en un entorno natural de gran belleza, que tanto influyó en su sensibilidad humana y artística.
En una entrevista a TV3 en 1998, Tomàs Gil recordaba las jotas que bailaba durante su infancia en el pueblo, las sardanas que le cantaba su madre como si fueran nanas, los primeros estudios de música, el trabajo en el campo, el aprendizaje del oficio de sastre, la Guerra Civil, los diez años de prisión y su instalación definitiva en Barcelona, donde participó activamente en la vida del sardanismo resistente de la posguerra, hasta su plena implicación con el sardanismo actual.
A pesar de su fallecimiento, el maestro no deja huérfano al mundo de la sardana, que hoy cuenta con 300 compositores vivos, todos ellos de una calidad destacable, cerca de 180 colles y un centenar de coblas.