Trece años de cárcel para un inocente
RAFAEL RICARDI ROBLES (1960-2014) Víctima del mayor error policial en la España democrática
Pasó trece años de su vida en la cárcel, condenado por dos violaciones que no había cometido. El caso de Rafael Ricardi Robles, encontrado muerto el pasado martes en su casa de El Puerto de Santa María, concitó durante varios meses la atención de la opinión pública, en lo que se ha considerado como uno de los mayores errores policiales de la historia de España.
Ricardi falleció de parada cardiorrespiratoria en su domicilio de la calle Cruces, un inmueble que había adquirido con los
Ricardi recibió una indemnización de un millón de euros por los años pasados entre rejas
550.000 euros que recibió como indemnización del Estado tras haber permanecido trece años en prisión, hasta que se demostró su inocencia mediante un análisis de ADN. Posteriormente, ante el recurso de sus abogados, la indemnización se doblaría y superaría el millón de euros, dinero con el que Ricardi había logrado rehacer su vida, aunque sólo a medias. Tenía nueva compañera y, según uno de sus hermanos, en los últimos meses estaba “medio bien”.
El caso Ricardi ya se estudia en las facultades de Criminología como el mayor error policial cometido en los últimos treinta años. Entre 1995 y 2000 se produjo una ola de violaciones en la bahía de Cádiz: siete en El Puerto, dos en Puerto Real y una en San Fernando. En mitad de esa oleada, en 1996, Ricardi fue detenido tras la declaración de una de las víctimas, que supuestamente le había reconocido, y fue condenado a 18 años de prisión.
La insistencia de la inspectora de la policía Raquel Díaz, al ver que las violaciones seguían pese a que Ricardi estaba encarcelado, hizo sospechar que no era el culpable. En alguna ocasión, esta inspectora llegó a actuar como cebo para intentar atrapar al verdadero autor de los ataques sexuales. Al mismo tiempo, se ponían en marcha todos los mecanismos para revisar el caso. Un informe realizado en el 2008 por el Instituto de Toxicología de Sevilla, que contaba ya con las mejoras de más de una década de investigación en los análisis de ADN, demostraba que los perfiles genéticos presentes en los restos de semen correspondían a otro sospechoso, que resultó ser un padre de familia numerosa de Jerez, siete años mayor que él.
En el 2008 Ricardi salia de la cárcel de Topas (Salamanca) tras serle concedido el tercer grado penitenciario y fue en junio del 2009 cuando la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo declaraba nula la sentencia que le había condenado en 1996.
Tras su salida de prisión, el foco mediático dejó de alumbrar al portuense, conocido en su barrio como el Caballito por su peculiar forma de andar. En los últimos tiempos había probado fortuna como hostelero y explotado, junto a su hijo y uno de sus hermanos, la caseta de una peña. “Ha sido un luchador que, a pesar de todo lo que pasó en su vida, siempre tenía una sonrisa en la boca”, comentaba su abogado Juan Domingo Valderrama, quien resaltó que el caso de Rafael Ricardi había sido, al fin y al cabo, “un éxito de la justicia frente a un tremendo error”.