De las pistas a la iglesia
Mary Pierce, la última francesa en ganar en París, cambió el tenis por la Biblia
Mi vida está entregada completamente al Señor. Todo lo que hago, sea un entrenamiento o una obra de caridad en África, es para Él”. Mary Pierce, campeona de Roland Garros en el 2000, es la dueña de estas palabras. Cuando L’Équipe encontró hace seis meses a la última francesa capaz de ganar el Grand Slam de su país, descubrieron a una Mary con los brazos en alto, alabando la misericordia y las bondades de Dios en una iglesia de Isla Mauricio. La exjugadora, de 39 años, está en París como co- mentarista de la BBC, aunque pasa como mínimo tres meses en el océano Índico, alejada de todo mal. Cuando está allí acude cada domingo al culto, canta himnos y comparte con sus hermanos las reflexiones que desprenden los versículos de la Biblia.
Tras años de tormentos, con un padre y entrenador tirano y violento, Pierce ha encontrado la razón de su existencia: predicar los Evangelios. “Nunca me he sentido tan libre, tan feliz ni tan realizada en la vida”, explicaba en el reportaje. El pastor Miki Hardy, fundador de la Church Team Ministries International, ha sido su guía espiritual desde el 2008, aunque la francesa confiesa que conoció a Jesús mucho antes. “Fue en el 2000 y mi vida cambió por completo. Encontré una paz y alegría interiores que no me dejarán jamás”.
Mucho ha evolucionado aquella Mary comprometida con el jugador de béisbol Roberto Alomar. De una vida de lujo y papel cuché ha pasado a un día a día tranquilo y austero en el paraíso. “Lo único que cambia es que tengo una relación personal con Jesús”, dice la exjugadora, que desapareció sin anunciar su retirada en el 2009. Con todo, la que fue también campeona en Australia en 1995 regresa a la raqueta. Sigue de cerca el crecimiento de los hermanos Amaury (de 15 y 17 años), a los que cuida de manera inversamente proporcional a cómo lo hizo su padre con ella. Por estas dos promesas Pierce se instala seis meses en la academia de Chris Evert en Florida y viaja durante tres por el mundo.