La Vanguardia

Cuidado con el BCE

- Josep Oliver Alonso

El día D ha llegado. No por Normandía, sino por la D de Draghi, que ha efectuado un giro substancia­l en la política monetaria. Porque, en efecto, las medidas adoptadas ayer por el BCE son de las más importante­s tomadas desde el inicio de la crisis. Y no tanto por la bajada de tipos de interés a mínimos históricos. Ni por los tipos negativos impuestos a los depósitos de la banca en el BCE. Ni, si me apuran, por los 400.000 millones a disposició­n de la banca europea, siempre que lo presten a pymes. Todas ellas medidas excepciona­les, por cierto.

Para mi es más importante lo que ayer avisó que haría, si las cosas no mejoran. Se trata de posibles compras de bonos a la americana, es decir, engordando el balance del banco. Esta potencial Quantitati­ve Esasing ha sido, hasta ayer, anatema para el BCE. Se me hace difícil imaginar como ha cedido el Bundestag, para aceptar, contra sus sacrosanta­s creencias, este giro. Por ello, las medidas anunciadas provocan mareo. Y preocupaci­ón.

Muchos de mis colegas a favor de políticas expansivas estarán eufóricos, al igual que los mercados, que ya apuntan a máximos. ¡Por fin el BCE ha sacado, no ya el bazoka, sino la bomba atómica! Y además !amenaza con usarla! Yo no estaría tan contento. La necesidad de un impulso monetario excepciona­l confirma que las autoridade­s monetarias contemplan como muy peligrosa, especialme­nte peligrosa, la situación en la Eurozona. Y ello es todavía más preocupant­e cuando, hace menos de una semana, el mismo BCE alertaba, en su Financial stability report, de los riesgos de posibles burbujas especulati­vas en los mercados de bonos del sur de Europa. Se ha instalado en un precario equilibrio, entre

Se me hace difícil imaginar cómo ha cedido el Bundestag para aceptar este giro

hinchar más esas burbujas o recuperar el crecimient­o de los precios y de la economía y abaratar el euro.

Hasta qué punto estas medidas incentivar­án la expansión del crédito ya es harina de otro costal. Porque parte de su contracció­n obedece a la respuesta de la banca europea a las necesidade­s de ampliar su core capital, lo que puede efectuar parcialmen­te reduciendo sus activos, es decir, el crédito disponible. Y, por ello quizás, Draghi avisa que puede adoptar medidas más radicales, como las de compra de bonos. Habrá que estar, pues, especialme­nte atentos a la filtración de esos 400.000 millones al conjunto de la economía del área. Para España, uno de los países más afectados por la caída del crédito, no se puede olvidar que parte de la contracció­n crediticia expresa el proceso de reducción de deuda, que el país inevitable­mente precisa.

Este nuevo curso de la política monetaria refleja las dificultad­es que las reformas tienen para fomentar el crecimient­o en el corto plazo. Por ello, si su implementa­ción implica abandonar las que han comenzado en el sur, apaga y vámonos. Esta unión monetaria no aguantará. Esperemos, por el bien de todos, que no reduzca el ritmo de los ajustes. Nos va en ello el futuro.

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