Cuidado con el BCE
El día D ha llegado. No por Normandía, sino por la D de Draghi, que ha efectuado un giro substancial en la política monetaria. Porque, en efecto, las medidas adoptadas ayer por el BCE son de las más importantes tomadas desde el inicio de la crisis. Y no tanto por la bajada de tipos de interés a mínimos históricos. Ni por los tipos negativos impuestos a los depósitos de la banca en el BCE. Ni, si me apuran, por los 400.000 millones a disposición de la banca europea, siempre que lo presten a pymes. Todas ellas medidas excepcionales, por cierto.
Para mi es más importante lo que ayer avisó que haría, si las cosas no mejoran. Se trata de posibles compras de bonos a la americana, es decir, engordando el balance del banco. Esta potencial Quantitative Esasing ha sido, hasta ayer, anatema para el BCE. Se me hace difícil imaginar como ha cedido el Bundestag, para aceptar, contra sus sacrosantas creencias, este giro. Por ello, las medidas anunciadas provocan mareo. Y preocupación.
Muchos de mis colegas a favor de políticas expansivas estarán eufóricos, al igual que los mercados, que ya apuntan a máximos. ¡Por fin el BCE ha sacado, no ya el bazoka, sino la bomba atómica! Y además !amenaza con usarla! Yo no estaría tan contento. La necesidad de un impulso monetario excepcional confirma que las autoridades monetarias contemplan como muy peligrosa, especialmente peligrosa, la situación en la Eurozona. Y ello es todavía más preocupante cuando, hace menos de una semana, el mismo BCE alertaba, en su Financial stability report, de los riesgos de posibles burbujas especulativas en los mercados de bonos del sur de Europa. Se ha instalado en un precario equilibrio, entre
Se me hace difícil imaginar cómo ha cedido el Bundestag para aceptar este giro
hinchar más esas burbujas o recuperar el crecimiento de los precios y de la economía y abaratar el euro.
Hasta qué punto estas medidas incentivarán la expansión del crédito ya es harina de otro costal. Porque parte de su contracción obedece a la respuesta de la banca europea a las necesidades de ampliar su core capital, lo que puede efectuar parcialmente reduciendo sus activos, es decir, el crédito disponible. Y, por ello quizás, Draghi avisa que puede adoptar medidas más radicales, como las de compra de bonos. Habrá que estar, pues, especialmente atentos a la filtración de esos 400.000 millones al conjunto de la economía del área. Para España, uno de los países más afectados por la caída del crédito, no se puede olvidar que parte de la contracción crediticia expresa el proceso de reducción de deuda, que el país inevitablemente precisa.
Este nuevo curso de la política monetaria refleja las dificultades que las reformas tienen para fomentar el crecimiento en el corto plazo. Por ello, si su implementación implica abandonar las que han comenzado en el sur, apaga y vámonos. Esta unión monetaria no aguantará. Esperemos, por el bien de todos, que no reduzca el ritmo de los ajustes. Nos va en ello el futuro.