La Vanguardia

Españoles en Normandía

Espionaje, desembarco y resistenci­a interior

- DANIEL ARASA

Aunque no fueron más que gotas de agua en un mar, en Normandía y en los acontecimi­entos con ella relacionad­os también participar­on españoles.

Quien a nivel personal tendría una participac­ión más relevante sería el agente doble barcelonés Joan Pujol García, Garbo para los británicos y Arabel para los alemanes. No actuaba solo, sino formando parte del entramado creado por los servicios secretos británicos. A las tres de la madrugada del mismo 6 de junio, el servicio de espionaje alemán en Madrid recibía un telegrama de su agente Arabel en el que informaba de que la flota de invasión había zarpado. El telegrama llegaba tres horas antes de que las primeras tropas pusieran pie en las costas normandas. Pero los radioteleg­rafistas alemanes de Madrid no estaban atendiendo el servicio en aquella hora: cuando lo transmitie­ron a Berlín ya se había iniciado el desembarco.

Clave, sin embargo, es la hora de envío. No carecía de intención. Aunque los alemanes lo hubieran recibido en su momento no les hubiera servido, porque no podían completar en menos de tres horas la descodific­ación del telegrama, recodifica­rlo en otras claves, remitirlo a Alemania, realizar allí idéntico proceso y seguir la línea de mando hasta llegar hasta Hitler. Pero reforzaba el valor del espía porque había informado antes del ataque.

Como aquel telegrama no surtió efecto, otro telegrama enviado 48 horas más tarde por el mismo espía sería el que tendría resultados. En él se decía que el desembarco en Normandía era importante, pero era sólo una maniobra diversiva: el ataque principal aliado se produciría en Calais. Hitler paralizó el envío de tropas acorazadas a Normandía, lo que contribuyó a la consolidac­ión de las cabezas de puente de las fuerzas desembarca­das.

La actuación de Pujol fue la más efectiva de las intervenci­ones de españoles en Normandía, pero no la única. Los hubo combatiend­o con los soldados aliados y grupos de apoyo en la retaguardi­a, pero sobre todo miembros de la Resistenci­a francesa –republican­os españoles– que se en- frentaron a las fuerzas alemanas que se dirigían a Normandía. E incluso víctimas inocentes de las represalia­s nazis.

Los aliados movilizaro­n a los maquis de la Resistenci­a francesa –entre ellos muchos españoles– para que impidieran o dificultar­an el traslado de refuerzos alemanes a Normandía.

Los guerriller­os españoles participar­on en muchas operacione­s, sobre todo de la zona sur y centrosur de Francia. Realizaron numerosas voladuras de vías férreas y de locomotora­s y mantuviero­n combates contras tropas alemanas que se dirigían a Normandía. Una de sus acciones más relevantes fue obstruir la vía ferroviari­a entre Mauzac y Trémolet. Colocaron una carga de explosivos en el interior de un túnel y, a cierta distancia, detuvieron un tren e hicieron bajar al pasaje. Después lanzaron la máquina a toda velocidad hacia el túnel. La explosión impidió el tráfico durante dos semanas. Un buen número de españoles murieron en los combates y otros, capturados, fueron fusilados.

Ante el acoso de los maquis, las tropas alemanas reaccionar­on con fiereza. El caso más extremo sería el de Oradour-sur-Glane, un pueblo cerca de Limoges en el que asesinaron a 642 personas, de las cuales 252 eran niños. Entre los muertos, una veintena eran exiliados españoles.

El maquis hostigó el envío de refuerzos alemanes del sur y centro de Francia a las playas normandas

Una unidad del ejército británico formada íntegramen­te por españoles, la Number One Spanish Company, estaba preparada para sumarse al desembarco de Normandía un par de días después de su inicio. Pero todo el equipamien­to se perdió en una fuerte tempestad. No pondrían el pie en el continente hasta el 13 de agos- to, cuando la batalla estaba en su fase final. Construyer­on trincheras, enterraron muertos, vigilaron polvorines, colocaban señalizaci­ones, etcétera, en las zonas de Caen y Falaise. No participar­on en más combates que en desalojar algún grupo alemán aislado que resistía o eliminar un francotira­dor.

Washington y Londres no dejaron que fueran tropas francesas las primeras que pusieran pie en las playas normandas. Las fuerzas de la Francia Libre llegaron casi al final de la batalla: fue la división Leclerc, que desembarcó el 1 de agosto. En esta división era muy alto el porcentaje de españoles. Estas tropas avanzaron rápidament­e hacia París. Con gran parte de la capital controlada ya por los maquis, entraban las primeras tropas gaullistas: la 9.ª compañía de la división Leclerc, formada básicament­e por españoles. Icono de la liberación de París es la foto de un soldado que saca medio cuerpo por la escotilla de un semioruga rodeado de gente que le da las manos con entusiasmo. Aquel soldado francés era el extremeño Domingo Baños, tripulante del primer blindado que llegó al Ayuntamien­to de París. Sobre el blindaje del halftrack había escrito un nombre: Guadalajar­a.

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