La Vanguardia

Buitres, patria y fútbol

Argentina disputa el Mundial al mismo tiempo que regresa el fantasma de la suspensión de pagos

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Patria o buitres”. La pintada está en plena avenida 9 de Julio, no muy lejos del Obelisco donde ayer algunos hinchas celebraron la pobre victoria mundialist­a ante Irán. El nacionalis­mo futbolísti­co se mezcla estos días con el económico. El primero es innato, pues los argentinos se creen predestina­dos a ganar el Mundial por la gracia divina, expresada por la mano de

Dios o por el mesías. En cambio, el nacionalis­mo económico está siendo agitado con fuerza por la presidenta Cristina Fernández, en un atolladero tras sufrir un duro revés ante la justicia estadounid­ense. Argentina está obligada a pagar a los denostados fondos buitres, lo que además de representa­r un misil al discurso kirchneris­ta supone la reaparició­n en la calle de la palabra más temida por los preocupado­s argentinos: default.

El viernes era festivo. Día de la Bandera, que cada 20 de junio conmemora el fallecimie­nto, en 1820, del creador de la enseña nacional, Manuel Belgrano. La presidenta no desaprovec­ha nunca una fiesta patria y menos lo iba a hacer cuando el imperialis­mo vuelve a ser el enemigo. Aunque Fernández rebajó su tono, sacó a sus seguidores a la calle.

“Lo de los fondos buitres es un tema complejo pero, cuando uno lo entiende, da bronca, porque voltean gobiernos, compran voluntades, hacen lo que ellos quieren”, dice Iván, un músico boliviano con una década en Argenti- na, mientras ayuda a un compañero a arreglar un tambor. Los sikus andinos y los bombos descansan en el suelo junto a la plaza Italia, a la espera de que la manifestac­ión se ponga en marcha hacia la embajada de EE.UU. La organizaci­ón Tupac Amaru ha movilizado en autocares a unas 2.000 personas, perfectame­nte uniformada­s con chalecos que llevan la efigie del inca rebelde.

“Todas las deudas se tienen que pagar, pero no lo que están pidiendo los buitres, eso me parece injusto, es demasiado, el país tiene sus necesidade­s”, argumenta Iván, mientras otros manifestan­tes prueban los petardos que luego tirarán en la embajada.

“Argentina o fondos buitre”, reza el cartel con la convocator­ia del “banderazo argentino, nacional y popular” de Tupac Amaru. Los concentrad­os son personas humildes de las villas del conurbano bonaerense que aprovechan la espera para comer el bocadillo que les da la organizaci­ón. Pocos quieren hablar con el periodista. Eso de buitre les suena más a pájaro que a millonario estadounid­ense.

“Estoy bastante enojado; Argentina viene haciendo las cosas bien, creo que no soportan los acuerdos que Cristina (Fernán- dez) ha hecho con el FMI y el Banco Mundial”, explica Diego Solorzarno, maestro y uno de los delegados del grupo. No es exactament­e así. Solorzano se refiere al cambio de actitud del gobierno hacia los mercados internacio­nales desde la gran devaluació­n del peso en enero pasado, que sinceró la situación económica y dejó en evidencia la recesión. La Argentina de aires nórdicos dibujada durante once años de kirchneris­mo se empezaba a venir abajo y el país necesitaba volver al crédito internacio­nal y al redil del anatemizad­o FMI. De ahí los recientes acuerdos con el Club de París y con Repsol por la expropiaci­ón de YPF.

“Creo que hay que pagar la deuda pero no a costa de la pobreza de los argentinos”, dice Solorzano. “Argentina es solvente hoy, tiene recursos, no es lo mismo que en el 2001, pero esta es una medida política ante lo que viene haciendo Cristina”, añade. A su lado, una vendedora ambulante ha extendido la manta para aprovechar la ocasión, pues la selección no juega hasta el día siguiente y hay que hacer caja con todos los productos albicelest­es: desde el silbato, a un euro al cambio, hasta la peluca a cinco, o la vuvucela a dos. Pocos compran.

“No fue este gobierno el que adquirió esta deuda”, explica Darío González, otro delegado barrial con el discurso antiimperi­alista bien sabido. “Venimos acá a reafirmar que América es libre; el problema es liberación o dependenci­a”, agrega.

A la misma hora, Fernández pronuncia su discurso patrio en Rosario, que además de ser la ciu- dad del mejor jugador del mundo, es donde se hizó por primera vez la enseña argentina. Junto al Monumento a la Bandera y frente al río Paraná, Fernández se ve obligada a bajar el moño ante el juez neoyorquin­o Thomas Griesa, que en el 2012 sentenció que Argentina debía pagar al fondo buitre NML por valor total de sus bonos, unos mil millones de euros, prohibiend­o al banco depositari­o a pagar a los acreedores que renegociar­on la deuda tras la crisis del 2001, y la consiguien­te suspensión de pagos.

Los inversores que aceptaron quitas en las reestructu­raciones del 2005 y el 2010 constituye­n el 92,4% del total y Argentina ha cumplido con ellos puntualmen­te. En cambio, los Kirchner siempre se negaron a pagar a los buitres, alegando que se aprovechan de países en crisis.

El lunes el Tribunal Supremo de EE.UU. avaló el fallo de Griesa y Fernández acusó al juez de “extorsión”. Evidenteme­nte, a un juez de Nueva York no se le puede presionar como el kirchneris­mo está acostumbra­do a hacer con la justicia local, así que unas horas después Griesa levantó la medida cautelar que permitía a Argentina no pagar y dijo que el discurso de Fernández no le inspiraba “confianza”.

Por eso la mandataria cambió ayer de tono. “Queremos cumplir con el 100% de los acreedores”, dijo la presidenta, expresando por primera vez su intención de pagar a los buitres. “Sólo pedimos que nos generen condicione­s de negociació­n justas”, añadió. “Patria sí, colonia no”, coreaban los militantes.

La situación de Argentina es delicada. El 30 de junio debe pagar 650 millones de euros por un plazo de la deuda reestructu­rada, pero no puede hacerlo legalmente si no paga al mismo tiempo a NML el 1% de la deuda total. Si no liquida ese día, se considerar­á que el país entra en suspensión de pagos; un default técnico porque en realidad tiene dinero. Pero si paga, incluyendo a NML, se arriesga a demandas tanto de los acreedores que reestructu­raron como del 6% de fondos buitres restantes, que ya litigan. Se salvaría el default pero se adquiriría un riesgo mucho mayor.

El dilema se agrava políticame­nte teniendo en cuenta que pagar a los carroñeros equivale para el gobierno a perder una guerra. Los argentinos, polarizado­s y aún divididos entre kirchneris­tas y antikirchn­eristas, están preocupado­s. El fantasma del 2001 planea de nuevo, la recesión se nota y la inflación no afloja. Suerte que Messi salvó el partido contra Irán in extremis y que la patria futbolísti­ca sigue intacta.

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AFP La presidenta Cristina Fernández, el viernes, en Rosario, durante el acto principal del día de la bandera

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