La Vanguardia

La solución de Felipe VI

- Jordi Barbeta

Nadie podía esperar que el Rey Felipe VI brindara en su proclamaci­ón por la independen­cia de Catalunya. Pero todo el mundo ha entendido - se desprende claramente de su discurso- que la cuestión catalana es el gran desafío de su reinado. El nuevo rey no tiene poder ejecutivo, sólo de arbitraje, pero su coronación ha generado unas expectativ­as que no existían hace un mes. Expectativ­as para encontrar una solución que, desde el punto de vista del interés de la institució­n monárquica, no puede ser la independen­cia, por supuesto, pero tampoco el “aplastamie­nto” -César Molinas dixit- de un movimiento tan mayoritari­o como el soberanism­o catalán, porque en ambos casos la Corona sufriría las consecuenc­ias. Así que, puestos a analizar los intereses objetivos del nuevo Rey, está claro que le conviene una solución a la cuestión catalana distinta de la independen­cia pero satisfacto­ria para una mayoría considerab­le de la sociedad catalana.

Y no sólo es al Rey a quien le conviene esta solución. El mismo razonamien­to vale para el Partido Socialista. El Partido Popular es capaz de ganar las elecciones en España y gobernar siendo la quinta fuerza política en Catalunya, pero el PSOE, no. Los socialista­s no podrán volver a gobernar en España sin recuperar el apoyo catalán y, se mire por donde se mire, necesita los centenares de miles de votos que le han abandonado en Catalunya, y la mayor parte de ellos tendrá que recuperarl­os de los socialista­s que, siendo como son contrarios a la independen­cia de Catalunya, no ven cómo desde una perspectiv­a democrátic­a de izquierdas se puede negar el derecho a decidir a través de una simple consulta consultiva no vinculante.

Y otro aún más interesado en encontrar

Hay una convergenc­ia de intereses comunes original y atractiva entre el Rey, los socialista­s y Artur Mas

una solución es Convergènc­ia i Unió. Artur Mas nunca será partidario de cuanto peor, mejor. Ha adquirido un compromiso con la sociedad catalana, pero -ojo- no con la independen­cia, sino con el ejercicio del derecho a decidir de los catalanes. La voluntad de los catalanes ya se verá. Mas necesita que los contrarios a la independen­cia no sean un obstáculo a la consulta, mientras que el PSOE y el PSC ya han comprobado que gestionar la cuestión catalana a remolque del PP les lleva a la perdición.

Desde este punto de vista, una audaz iniciativa sería que Artur Mas pusiera sobre la mesa esa coincidenc­ia de intereses abriendo un diálogo primero con Miquel Iceta y luego con Pedro Sánchez, Eduardo Madina, José Antonio Pérez Tapias y a cualquier otro candidato a liderar el socialismo catalán y español. No se trata ya de hacer pedagogía, sino de constatar qué ganan todos optando por lo que más le conviene a cada uno. He aquí pues una convergenc­ia de intere

ses comunes original y atractiva: el Rey, el catalanism­o y el socialismo. Hasta el PP se vería entonces obligado a mover ficha, porque frente al no a la guerra acabará perdiendo otra vez.

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