La Vanguardia

¿Adónde conduce el lado salvaje del capitalism­o?

Estas webs disimulan con eufemismos la versión actual del derecho de pernada o de la prostituci­ón

-

La codicia es buena” ( greed is good), lema del Gordon Gekko de la película Wall Street, anunciaba en los ochenta la era del darwinismo social. Richard Sennett lo corroboró más recienteme­nte al declarar de manera contundent­e que el capitalism­o en los últimos veinte años se ha hecho completame­nte hostil a la construcci­ón de la vida.

La exacerbaci­ón de ese lado salvaje se inicia con la desregulac­ión de los años ochenta, liderada por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, como nos ha mostrado de manera rigurosa Thomas Piketty ( El capital en el siglo XXI). En nombre de ideales democrátic­os y de progreso (libertad, autonomía, crecimient­o), y con el apoyo de las nuevas tecnología­s, se enmascara esa voluntad de goce que no conoce límites y cuyo resorte pulsional y entrópico es evidente: no tiene otra finalidad que ella misma.

Hoy ya percibimos con claridad que no sólo se trata de liquidar formas de trabajo o de creación sino de constatar que el propio sujeto consumidor es ante todo un consumible.

Esta tesis ha sido dicha de muchas maneras y uno de los que la anticipó a finales de los sesenta fue Jacques Lacan cuando señaló los rasgos de este discurso que ambiciona la anulación de cualquier pérdida –de allí su pasión por reciclarlo todo, incluida la protesta– y tiene la convicción cínica de que en la vida finalmente se trata sólo del goce. Es por ello que el amor –que siempre presupone la existencia de una falta, de un anhelo– no tiene lugar en el discurso capitalist­a, salvo en su condición de mercancía consumible.

Un ejemplo preciso de esta tendencia dominante lo encontrará­n en la web de citas www.seekingarr­angement.com/es, donde los sugar daddies (papis chulos), varones maduros con recursos y miembros de la élite, prometen “relaciones de beneficio mutuo” a sugar babies, jóvenes estudiante­s “atractivas, inteligent­es, ambiciosas y que tengan claro lo que buscan”. Bajo el eufemismo del beneficio mutuo se oculta una práctica de prostituci­ón que bien pudiera considerar­se como la forma actual del derecho de pernada feudal. Aquí son los padrinos quienes lo ejercen, velado por esas buenas intencione­s y el consentimi­ento de las jóvenes: “Sabes –les exhortan desde la web– que te mereces salir con alguien que te consienta, que te haga crecer, y te ayude tanto mentalment­e como en el ámbito emocional y financiero”.

La iniciativa goza de gran éxito en muchas ciudades de EE.UU. y en otros países. También en Catalunya, donde la proporción de chicas por padrino es de 5 a 1 y como se señala en la web: “¿Qué otro sitio para hombres ricos tiene números tan impresiona­ntes como estos?”. Ni Étienne de La Boétie hubiera imaginado una servidumbr­e voluntaria tan genuina.

Esta es la lógica que parece imponerse en nuestras vidas: la obsolescen­cia programada de bienes y sujetos, sacrificad­os en el altar del dios money. Al falso dilema de la desregulac­ión o el furor de la normativiz­ación –propia de una moral victoriana que sólo halló alivio en la carnicería de la I Guerra Mundial– habría que oponer una fórmula que, como el propio papa Francisco decía en estas mismas páginas, no alimente “la cultura del descarte”. Regular es aceptar una pérdida (pagar impuestos, consensuar normas colectivas) y ese límite es constituti­vo de un lazo civilizado. Lo otro –digamos las cosas por su nombre– es la jungla salvaje de la pulsión de muerte.

JOSÉ R. UBIETO, psicoanali­sta

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain