“So long, Patricia”
Una de las mayores satisfacciones de mi trabajo como editor es haber contribuido a difundir ampliamente la obra de Patricia Highsmith en España, autora fundamental en nuestro catálogo (...) En 1981 Anagrama había empezado a publicar una colección dedicada a la ficción literaria, “Panorama de narrativas”, y entre los primeros libros, junto a Samuel Beckett, Jane Bowles y Joseph Roth, aparecieron los dos primeros títulos de Tom Ripley, su antihéroe preferido.
Tras una entusiasta presentación de dichos libros en Madrid,a cargo de los cineastas Gonzalo Suárez y Fernando Trueba, empezó inmediatamente un “culto” a Patricia Highsmith que se propagó y amplió rápidamente. Unos años después tuvo lugar la primera de sus visitas a España, cuando el Festival de San Sebastián la invitó a participar en una mesa redonda sobre “cine y literatura”.
Patricia Highsmith, acompañada por la fiel Marianne Liggenstorffer, de Diógenes Verlag, se mostró al principio un tanto huraña, pero ya la primera noche se rompió el hielo y se convirtió en la reina del Festival, eclipsando a stars y starlets y firmando más autógrafos que nadie.
Patricia estuvo muy atenta y paciente con la prensa, que no la dejaba ni a sol ni a sombra, y parecía feliz y relajada en las cenas con otros participantes, como Guillermo Cabrera Infante y sus puns in- agotables, el vitalísimo Samuel Fuller y su inseparable cigarro, el novelista y crítico Julian Symons, que una vez había escrito: “Si usted es aficionado a las novelas policiacas debería leer a Patricia Highsmith. O quizá debería leerla si no lo es”. Recuerdo también lo mucho que la intrigaba un grupo de espectaculares drag queens, protagonistas de una película española, asiduas al bar de nuestro hotel.
Después viajamos a Barcelona y finalmente a Madrid, donde, como remate de una gira triunfal, el alcalde, Tierno Galván, nos organizó una cena íntima, lo que la sorprendió y también halagó (...)
(...) Visitó España en otras ocasiones, sorprendida siem- pre de su gran popularidad, de que la saludaran por la calle, nos vimos también un año en la Buchmesse de Frankfurt, y quedó pendiente una visita nuestra a Tegna, que se fue aplazando hasta ahora, cuando, por desgracia, ‘Patricia’s game is over’. Nos queda releer sus libros, degustar “los placeres crueles” y “la sensación de peligro” a los que se refería Graham Greene, penetrar, refugiados en nuestras butacas, en su inquietante y adictivo territorio de arenas movedizas. So long, Patricia.”