Desbordante en música e ideas
De entrada, sorpresa temporal. Mientras que en los tiempos de los White Stripes solía publicar los discos con periodicidad casi semanal, para su segundo álbum en solitario Jack White ha invertido un año y medio en su elaboración. Parecen meses bien rentabillizados, porque Lazaretto exuda intensidad, profusión de ideas y una inesperada jovialidad. White da rienda suelta a su indiscutible talento, que queda plasmado en cambios bruscos de vocabulario estilístico (funk, blues, rock, ragtime, gipsy jazz, country) o de pautas de interpretación. Para lo que suele ser él, composiciones perfectamente accesibles.
Se trata de un camaleonismo musical muy princeano, que le permite variar de tempo y modo: el tema que da nombre al volumen, modula en clave de rock cortante, gui- tarrero, mientras que el siguiente, Temporary ground, navega a lomos de una slide guitar por campos de hermosa ensoñación. O la ambiciosa y también desconcertante Would you fight for my love?, donde se arropa por sus dos bandas (los Buzzards, íntegramente masculina, y las Peacocks, íntegramente femenina). La temática que recorre este Lazaretto habla de pena, aislamiento, fantasmas, algún tipo de purgamiento, posiblemente motivado o acrecentado por un sonado divorcio, que le descubre como vocalista enrabietado, emotivo o todo lo contrario. A modo de conclusión: más que pensar en los múltiples ecos que se pueden deducir en cada uno de los temas (Rolling Stones, Captain Beefheart, Blind Willie McTell, Ry Cooder, Alex Chilton, Jimmy Page) sería más apropiado hablar de bienhallada genialidad.