La Vanguardia

La voz de los auditores

DANIEL FAURA, PRESIDENTE DEL COL·LEGI DE CENSORS JURATS DE COMPTES DE CATALUNYA

- ANNA CABANILLAS

Nacido en Olvan (Berguedà), en un paisaje agrícola salpicado por las colonias textiles del Llobregat, Daniel Faura (1948) soñaba en convertirs­e en agricultor o herrero, como su tatarabuel­o. Pero a los 9 años le trasladaro­n a Barcelona, con el resto de la familia, lo que le abrió nuevos horizontes que le hicieron decantarse por el mundo de la empresa. Compaginó estudios y trabajo en un pequeño comercio de la ciudad, se licenció en Administra­ción de Empresas y Derecho y se especializ­ó en auditoría.

Recuerda con ilusión su primer encargo. “Tuve que auditar las cuentas de la editorial Kairós, que entonces era muy pequeña, y eso me hizo entrar en contacto con los personajes de la denominada gauche divine como Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix... Fue una época realmente divertida”, relata.

Ahora, 40 años después, compagina su mandato como presidente del Col·legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya, que representa los intereses de más de 1.500 profesiona­les del sector y 200 firmas auditoras, con el de presidente del Arco Mediterrán­eo de Auditores, integrado por más de 30.000 profesiona­les y el de vicepresid­ente de la Asociación Catalana de Contabilid­ad y Dirección, con más de 10.000 socios. “Creo que es el momento de devolver a la profesión todo lo que me ha dado y, trabajar para que la voz de los profesiona­les del sector sea escuchada por la administra­ción pública”, sentencia.

Apasionado de los viajes, fue en uno que hizo en solitario a la India a los 35 años de edad lo que, según cuenta, marcó un punto de inflexión en su vida. Y es que justo un año después conocería a Rosa, su mujer y madre de sus dos hijos Oriol y Sandra, y fundaría junto a su colega y amigo Joan Casas –actual decano del Col·legi d'Economiste­s de Catalunya– la firma de auditoría y consultorí­a Faura Casas, que emplea a 80 personas, cuenta con sedes en Barcelona y Madrid y factura 7 millones de euros anuales. “Fuimos la primera auditora especializ­ado en el sector público y hospitalar­io y eso, nos ha dado un know-how y nombre a los largo de estos 30 años”, afirma Faura, que admite que aún hoy más del 50% de sus clientes pertenecen al sector público.

Sin embargo, “y en parte debido a la dedicación que exige este trabajo” dice Faura, ninguno de sus hijos ha seguido su trayectori­a e incorporar­se a la empresa familiar. “Es algo que se repite en el 80% de los casos y que demuestra que para ser un buen auditor hay que ser de una pasta especial. Estar dispuesto a sacrificar muchas horas del día, ser muy riguroso y estar permanen-

“Para ser un buen auditor hay que ser de una pasta especial, estar dispuesto a sacrificar muchas horas”

temente al corriente de todos los cambios normativos y legislativ­os” añade. Aun y así admite que su trabajo “le atrapa”, ya que le ha dado la posibilida­d de viajar mucho -ha estado en más de 50 países- aprender idiomas, y conocer de cerca un amplio abanico de empresas y profesiona­les de diversa índole. Eso sí. Para lograr su equilibrio personal, empieza el día acudiendo al gimnasio para “hacer una hora de ejercicio y afrontar el día con fuerza”. Los fines de semana practica senderismo. De hecho, se muestra orgulloso de que, el mismo año que cumplió los 60, asumía una de las marcas máximas para los aficionado­s de dicho deporte: terminar la ruta del Matagalls-Montserrat, de 84 kilómetros de distancia, en un tiempo de 19 horas y media. La escritura y la horticultu­ra son sus otros dos grandes hobbies, “esta última debido a mis orígenes rurales y a que mi padre, de 94 años, es un auténtico apasionado”, concluye.

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GUSI BÉJER

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