Joan Gardy Artigas
ESCULTOR
Joan Gardy Artigas mantiene en Gallifa una fundación privada que recuerda la obra de su padre, Josep Llorens Artigas, y ayuda a aquellos artistas que necesitan sus consejos y unas instalaciones únicas en España.
Joan Gardy Artigas (Boulogne-Billancourt, 1938), llegó a tiempo de conocer a los grandes de las vanguardias y eso se nota. Desde pequeño –de ahí que aún se le siga llamando Joanet– trató a los amigos de su padre, Josep Llorens Artigas, el ceramista cómplice de Miró, y después en París, tras estudiar en la Escuela del Louvre, siguió tratándoles y trabajó con con Braque, Chagall, Alberto y Diego Giacometti... Ahora acompaña al periodista a Gallifa –el pueblecito donde tiene desde 1989 su fundación–, al volante de su inconfundible escarabajo color gacela. Es agosto y el calor le hace arremangarse la camisa. En el antebrazo aparece tatuado un dibujo geométrico. –Es un Picasso, dice. –¿Un Picasso? –Sí, me gustó el dibujo y me lo hice tatuar. Un día, hablando con Picasso, me lo vio y exclamó: “¡pero si esto es mío!”. Le conté la historia y, riendo, me dijo: “Si quieres, te lo firmo”. Le dije que no. Y ahora me arrepiento... O no –se lo piensa mejor–, porque igual a alguien le da por amputarme el brazo y venderlo.
Así es Joan Gardy Artigas, que vierte la seriedad en su arte, y se aleja cuanto puede de los solemnes y los petulantes.
La Fundació-Tallers Josep Llorens Artigas está junto a la ermita románica, del siglo XI. Allí su padre adquirió el Mas del Racó. Y Joan en 1989 llamó a su amigo el arquitecto norteamericano Bruce Graham. autor de la Torre Sears de Chicago o del Hotel Arts de Barcelona, para que diseñara una fundación que recordara la obra de su padre y fomentara la vocación artística. Gardy Artigas había hecho esculturas para edificios de Graham en medio mundo y el arquitecto, cansado de rascacielos y con la experiencia adquirida en la reconstrucción del Japón destrozado por la guerra, levantó una edificación que armoniza con la serena belleza del paisaje de Gallifa. Por allí han pasado artistas de la talla de Barry Flanaghan, Szafran, Medina Campeny o Frederic Amat, que ha construido en una de las fachadas un mural con 700 pechos de cerámica, cocidas en el
Joan Gardy Artigas, su mujer Mako, y su hijo Isao, mantienen
en Gallifa un centro que irradia cultura por el mundo
mismo horno de leña Koryu utilizado para el mural que Miró y Artigas hicieron para las Naciones Unidas en Nueva York. En septiembre esperan a Xavier Vilató, sobrino de Picasso, que proyecta un gran parque en Francia.
Mako, la mujer japonesa de Joan desde 1962, lleva la contabilidad, e Isao, su hijo, ha asumido la dirección. Isao también es ar- tista. Recientemente ha colocado en una plaza pública de Innsbruck una hormiga gigante de hierro, –siete metros de alto– que se ha convertido en lugar de cita de los jóvenes austriacos, y ahora proyecta una enorme mantis religiosa de 20 metros. Su amor por la naturaleza le llevó a elegir toda clase de animales -desde el insecto más humilde al feli- no más noble– como tema. “No me lo propuse. Al volver de París, entraba en el taller y me encontraba siempre algún insecto. Era fácil cogerlo y que me sirviera de modelo”, comenta. Una de sus instalaciones de mariposas cuelga en el Hotel Maurice de París. Ahora prepara el proyecto de pintar mil árboles. “Por cada cuadro comprado, plantaremos un árbol real en algún lugar que lo necesite, tal vez un sitio que haya quedado devastado por un incendio”.
El escultor, que utiliza la cerámica como material de sus obras, prepara una exposición en octubre
Con Gallifa como epicentro, la fundación irradia una intensa actividad internacional. Los platos de cerámica de artistas como Topor, Chillida, Tàpies o Brossa forman parte de una exposición itinerante por Grecia, Hong-Kong o la Bienal de Venecia en mayo del 2015. Han iniciado también una colaboración con la Fonda- tion Pierre Giannada, la venta de abanicos en la red de tiendas Valmont para recaudar fondos para los niños afectados por el accidente de la central nuclear de Fukushima y prestarán piezas de Josep Llorens Artigas para una muestra de Miró en el Albertine de Viena y de Torres García en el MoMA de Nueva York,
El último trabajo de Joan Gardy Artigas es muy especial. Un conjunto escultórico que colocará en octubre en el recinto de entrada de la fundación. Cuatro feroces guerreros de cerámica, inspirados en los guardianes que velan los templos, defienden un jarro de cerámica de belleza purísima. No tiene título aún. “Seguramente le pondré Defensem la ce
ràmica”, dice. “El arte de la cerámica se está perdiendo y ya no se estudia. Han suprimido el departamento de cerámica de la Escola Massana”, se lamenta. El mural podrá verse en octubre, junto con una selección de sus dibujos recientes en una de, las escasas ocasiones en que abre al público la fundáción. No quiere hordas de turistas. Sólo personas sensible al arte.