Rajoy rechaza dialogar con Mas para un referéndum
El presidente defiende su actitud “sensata y equilibrada” durante el 9-N “Me opondré a cualquier reforma de la Constitución que liquide la soberanía nacional”
Tres días después del 9-N, Rajoy compareció para defender su actuación ante esa cita como ponderada y prudente. Sin embargo, rechazó por completo dialogar con Artur Mas sobre un referéndum “de verdad”. Y emplazó a Mas a pedir una reforma constitucional, aunque le avisó de que no tiene apoyo.
Setenta y dos horas después, el presidente del Gobierno compareció ayer ante los medios de comunicación para hablar del 9-N, que no fue una consulta, dijo, sino “un simulacro electoral” que incumplió la suspensión del Tribunal Constitucional. Desde el punto de vista político supone “un profundo fracaso del proyecto independentista”. Sobre el futuro, Mariano Rajoy respondió a la carta de Artur Mas en la que pide diálogo para convocar un “referéndum definitivo”, que ve imposible. El único camino es una reforma constitucional. Pero, advirtió, se opondrá a todo lo que “liquide la soberanía nacional”. BALANCE DEL 9-N. Para Rajoy, lo que ocurrió el domingo “no fue una votación democrática , sino un acto de propaganda política” con la “especial gravedad” de que “supuso incumplir una resolución del Constitucional”. Para el Gobierno el resultado de la votación supone “un profundo fracaso del proyecto independentista. Después de tanto ruido, tanta movilización, tanto dinero público gastado. Cuando esperaban una participación masiva, resulta que dos de cada tres catalanes no fueron a votar. Donde pretendían una exhibición de fuerza, nos han mostrado su debilidad. Hay más catalanes que independentistas”, señaló Rajoy. ACTITUD DEL GOBIERNO. Rajoy defendió la actitud del Gobierno, y, dijo, volvería a actuar de la mis- ma manera, que calificó de “sensata y equilibrada”, haciendo que fuera el Constitucional el que determinará la legalidad o no de la consulta. El Gobierno actuó desde “la proporcionalidad” aunque a “algunos de los organizadores les hubiera gustado otro tipo de fotografías”, en referencia a la posibilidad de que Mas hubiera sido detenido o se hubiesen retirado urnas. Una actitud proporcionada que extendió a la Justicia, con decisiones que, de haber sido otras “hubieran generado más tensiones”. A pesar de alguna crítica del PP él cree que “cumplí con mi obligación”, dijo y descartó cambios en el partido o el Gobierno que preside.
FISCALÍA. A pesar de que el Gobierno quería que Rajoy compareciera con la querella de la Fiscalía en la mano, el presidente aseguró desconocer las intenciones del órgano: “La Fiscalía tiene unas competencias y actúa con autonomía. No soy nadie para decirle lo que tiene que hacer”. Aseguró que respetará sus decisiones e insistió en que no sabe si se va a querellar y contra quién, ni las penas que acarrearán las actuaciones que se imputen. Evitó pronunciarse sobre la posibilidad de que se persiga la inhabilitación de Artur Mas. “No he dado ninguna instrucción a la Fiscalía”, remarcó el presidente.
DIÁLOGO. Rajoy aseguró que nunca se ha negado al diálogo, como lo ha solicitado el presidente de la Generalitat por carta, “ni con Mas ni con nadie”. Siempre que el president le ha llamado se ha puesto, y siempre que le ha pedido verse, se han visto. Pero el diálogo tiene, para él, un límite, “la Constitución y las obligaciones de mi cargo”. Lo que no puede Mas, subrayó, es pedirle diálogo “para imponerme la celebración de un referéndum de verdad, de la consulta definitiva. Eso no puede ser. Lo que era ilegal hace un año, lo sigue siendo”. Fue rotundo: “No estoy dispuesto a atender ningún desafío que se plantee desde la ilegalidad”, y el diálogo “sólo es posible desde la lealtad institucional” y sin fijar de antemano el resultado del mismo.
REFORMA CONSTITUCIONAL. Ante la imposibilidad del diálogo, Rajoy marcó a Mas el único camino posible: “Plantear una reforma de la Constitución y que todo el mundo la debata”. Pero con una advertencia: si quiere modificar la Constitución “para liquidar la soberanía nacional, haber empezado por ahí”, dijo. Sobre lo cual adelantó la posición del PP: “Me opondré a cualquier reforma de la Constitución que liquide la soberanía nacional”. Sobre otras propuestas prefirió no pronunciarse, aunque recomendó a algunos, en referencia al PSOE, que “no se saquen conejos de la chistera”, e invitó a los socialistas a que si quieren reformar la Constitución “digan con claridad cómo y para qué”. Él está “dispuesto a escuchar, pero no que se le diga al Gobierno que presente una propuesta”. En todo caso, Rajoy no va a apoyar una reforma constitucional que suponga “romper la soberanía nacional y romper la unidad de España”. ELECCIONES CATALANAS. Rajoy no cree que la celebración de elecciones en Catalunya, que ya tuvieron lugar en el 2010 y en el 2012, sean una solución, porque él cree que lo más importante es “poner fin a esa etapa de inestabilidad” y que la Generalitat deje de dedicarse en exclusiva al proceso soberanista. “Lo realmente importante es que se dedique a trabajar. La Generalitat lleva dos años sin ocuparse de los problemas de los catalanes. Las elecciones no me parecen lo más razonable, pero no soy el competente para convocarlas. El único es Mas”. MENSAJE EN POSITIVO. Rajoy tuvo en su exposición inicial un apartado para hablar del “valor de la unión”, lanzando el mensaje en positivo que muchos le demandan: “No quiero una Catalunya dividida en si misma y donde unos impongan a otros la obligación de renunciar a lo que es suyo”, dijo. Para Rajoy, “la Catalunya y la España de hoy encarnan el ideal de que podemos convivir gentes diversas y que esa diversidad nos hace más ricos” y aunque algunos “tratan de no sentirse cómodos en España, algún mérito habremos tenido al convertir este rincón de Europa en un país que pertenece a todos y que nadie a va arrebatar a tantos millones de catalanes”.