Acuerdo por un nuevo clima
EE.UU. y China llegan a un pacto para luchar contra el calentamiento global
China y Estados Unidos se pusieron ayer de acuerdo para lanzar un mensaje a todo el planeta. Las dos principales potencias mundiales y, a la vez, principales países contaminantes se comprometieron a luchar contra el cambio climático a unos niveles que constituyen un desafío para ambos países. Un gesto de concordia entre los dos gigantes que oculta profundas divergencias en política exterior.
Juntos, en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de China, Xi Jinping, anunciaron un acuerdo sin precedentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Un pacto que el mandatario estadounidense calificó de “histórico” y que tiene por objetivo transmitir al resto de países la urgente necesidad de llegar a un acuerdo satisfactorio en la cumbre sobre el clima que se celebrará en París a finales del 2015.
Es precisamente en este sentido que debe interpretarse el anuncio de Obama y Xi en Pekín. China es la primera vez que se compromete en público a poner fecha para empezar a reducir sus emisiones. Su presidente, Xi Jinping, declaró que el gigante asiáti- co alcanzará los niveles máximos de emisiones en el 2030 y que luego empezarán a reducirse. Y avanzó que, para ese año, un 20% de la energía que produzca su país procederá de fuentes limpias y renovables.
Por su parte Obama, antes de dar por concluida su visita a Pekín, anunció que EE.UU. se comprometía a rebajar sus emisiones para el 2025 entre un 26% y un 28% con respecto a los niveles del 2005. Un objetivo que multiplica por dos la disminución prevista entre los años 2005 y 2020.
Según The New York Times, el contenido de este acuerdo se negoció en secreto a lo largo de nueve meses e incluyó una carta de Obama a Xi proponiéndole aunar esfuerzos para impulsar la negociación de un nuevo acuerdo climático global para el año 2015.
Un motivo que confirmó Xi en la rueda de prensa conjunta. Señaló que con este anuncio pretendían comunicar al resto de países que Pekín y Washington se habían puesto de acuerdo para que la cumbre de París fuera un éxito. El mensaje es importante porque EE.UU. y China son los países más contaminantes del planeta y producen más del 40% de emisiones de CO2 .
Y efectivamente, el anuncio fue recibido de forma positiva por la comunidad internacional. “Es una noticia positiva”, declaró la responsable del clima de la ONU, Christiana Figueres. Más prudente se mostró Li Shuo, director para Asia oriental de Greenpeace, para quien “este anuncio debe ser la base y no el límite máximo de las medidas a mejorar”, subrayó en una nota.
COMPROMISO CHINO Por primera vez, el país asiático fija una fecha para empezar a reducir sus emisiones OBJETIVO Los dos dirigentes abogan por trabajar por el éxito de la cumbre de París
Un optimismo que no compartió el nuevo jefe de la mayoría republicana en el Senado estadounidense. Mitch McConnell rechazó el pacto de Pekín y calificó la iniciativa de Obama de “proyecto irrealista” y catastrófico para el empleo en Estados Unidos.
Tales declaraciones sugieren que el presidente estadounidense no tendrá una papeleta fácil en su país a la hora de convencer a los lobbies industriales y a la mayoría republicana en las dos cámaras para que asuman los objetivos de su plan de lucha contra el calentamiento global.
Un objetivo que tampoco será fácil de cumplir por parte china. La segunda potencia del planeta
y primer mercado mundial del automóvil se halla inmersa en un combate por mantener altas cotas de producción industrial e incentivar el consumo, a la vez que se ve obligada a luchar contra los altos niveles de contaminación, que se han convertido en uno de los problemas más acuciantes del país.
Este compromiso para comba- tir el cambio climático fue, no obstante, la nota positiva de un encuentro entre los líderes de las dos grandes potencias marcado por profundos desacuerdos. “Hay diferencias importantes que tenemos tanto en la práctica como en la visión de nuestros respectivos países y nuestra conducta en la política exterior”, dijo Obama a Xi, según Reuters. “Pero me ha alentado su buena voluntad, señor presidente, para en- tablar un diálogo constructivo”, añadió el líder estadounidense. Xi respondió diciendo que “China y EE.UU. deben ampliar las áreas en las que pueden y deben cooperar”.
La demostración palpable de las diferencias entre los dos dirigentes se puso de manifiesto ayer respecto a Hong Kong en la conferencia de prensa conjunta. Barack Obama rechazó las acusaciones de Pekín, acerca de que Wa- shington se había inmiscuido en las protestas prodemocráticas, y manifestó que Estados Unidos desearía que las elecciones en la ex colonia británica fueran libres y justas y reflejasen la voluntad del pueblo.
Su comentario encontró la rápida y enérgica respuesta del dirigente comunista. Xi Jinping no vaciló en replicar que “los asuntos en Hong Kong son exclusivamente asuntos internos de China y los otros países no deberían influir de ninguna forma”. Y subrayó que “la ley y el orden se sostienen sobre la base de la legislación. Y eso no sólo es válido en Hong Kong, sino en todo el mundo”.
Hong Kong no es, sin embargo el único tema que enfrenta a los dos países. China y EE.UU. mantienen opiniones enfrentadas en una amplia gama de temas, que van desde las reivindicaciones territoriales de Pekín al ciberespionaje y los derechos humanos.
Unos asuntos que no han impedido que en este viaje de Obama los dos países se hayan puesto de acuerdo en algunas medidas como la extensión de visados a los ciudadanos chinos por parte de EE.UU. y la ampliación de la cooperación militar, así como en otros capítulos comerciales.