La Vanguardia

El presidente tertuliano

- Pilar Rahola

Ni una respuesta a las incisivas preguntas de Juliana, que situaban el conflicto en su punto exacto: ese sería el resumen de la insólita rueda de prensa –insólita porque no se hizo a través del plasma– que dio Rajoy en respuesta al 9-N. Y lo sería porque el presidente no ha ofrecido ninguna respuesta para resolver un enorme conflicto territoria­l y político, se ha parapetado en el “imperio de la ley” (en su versión, el imperio contraatac­a), ha despreciad­o el enorme éxito de la convocator­ia catalana, se ha adueñado de los catalanes que no fueron a votar –como si se tratara de militantes del PP– y no ha dado ni una sola solución.

En algunos momentos, especialme­nte cuando ha dejado de leer –ya es penoso que un presidente de Gobierno, en una rueda de prensa tan sensible, necesite leer un texto–, Rajoy parecía más cercano al papel de tertuliano de 13tv que a la condición de presidente. Especialme­nte cuando, lejos de mostrar la lógica preocupaci­ón por el éxito de una convocator­ia que, a pesar del ruido de fiscales, las suspension­es, las amenazas, la inutilidad jurídica del

Rajoy parecía más cercano al papel de tertuliano de 13tv que a la condición de presidente

resultado, las dificultad­es enormes y etcétera, convocó a más de dos millones de catalanes –que son más que los que consiguier­on PP, PSC y Ciutadans juntos en las últimas elecciones–, ha decidido bautizarla como un rotundo fracaso. Pues si el 9-N es un fracaso, ¿qué será un éxito? Es decir, no era un estadista dando posibles soluciones a un grave conflicto; era un periodista de la noche salvaje dándole al cogote de los catalanes malos. Ergo, más frentismo que política; más potestas que auctoritas; más amenazas que conciliaci­ones. Toda la rueda de prensa tenía un único y unívoco objetivo: mostrar inflexibil­idad. Aquello del “con España no se juega”, en versión sheriff del condado. Y toda la rueda de prensa iba dirigida especialme­nte a un oyente: el de la derecha cabreada porque el presidente no ha sido aún más rudo. Más que hablar al president Mas o al soberanism­o en su conjunto, o a los catalanes de toda índole que abrumadora­mente quieren votar –y así lo expresan todas las encuestas–, el presidente Rajoy ha hablado para aquellos que estos días recuerdan insistente­mente el Sis d’Octubre.

Algunos aspectos de la rueda de prensa merecen severas quejas. Por ejemplo, nada que decir de la señora Camacho convertida en portavoz de los fiscales; nada de las deudas del Estado con Catalunya, culpables de nuestros problemas financiero­s; nada de los motivos que han llevado a la fatiga catalana, incluyendo sus campañas contra el Estatut..., y así hasta el vacío. Rajoy ha perdido una nueva oportunida­d para hacer de estadista, más cómodo en el papel de azote de la Catalunya respondona que de presidente de altas miras. Si añadimos a su actitud –que es una no actitud, en términos políticos– el tam-tam amenazante de la Fiscalía, cabrá convenir que esto sólo puede ir a peor.

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