Les Corts acelera
El distrito modifica su plan de usos para facilitar la actividad económica
Primero fue la suspensión de licencias de actividades en la Rambla, luego en Ciutat Vella (sólo referente a apartamentos turísticos) y más tarde en Gràcia, la rambla del Poblenou y Poble Sec. La paralización de permisos para la apertura de establecimientos de concurrencia pública se está extendiendo por la ciudad como una mancha de aceite con el objetivo de revisar los planes de usos que han quedado desfasados por una realidad de negocios que está cambiando la ciudad. Estos pla- nes son la única normativa que hoy por hoy tiene el Ayuntamiento de Barcelona para frenar problemas que aquejan desde hace años a determinados barrios: incivismo, proliferación de determinados tipos de locales, ruidos y molestias por el ocio... Ahora le toca el turno a Les Corts. Pero en el caso de este distrito la situación es diferente. Si en las otras zonas de la ciudad el propósito es frenar un tipo determinado de actividades, en Les Corts lo que se persigue es dinamizar la actividad económica de aquellas zonas
del distrito que han acabado por convertirse en barrios dormitorio sin comercio de proximidad o actividad de restauración. El Ayuntamiento entiende que en esta zona de la ciudad el recinto de la Maternitat, el Camp Nou, la Universitat de Barcelona (UB) y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) tienen un impacto considerable tanto en la movilidad rodada como en la de perso- nas, ya que estos equipamientos se convierten en barreras infranqueables entre los diferentes barrios. Por eso, la futura norma pretende adaptarse al contexto de crisis económica actual y eliminará las limitaciones de aperturas establecidas en diferentes zonas del distrito.
El plan de usos actual tiene 20 años y la revisión que han efectuado los técnicos municipales ha determinado que las zonas de restricción que se impusieron en- tonces deben ajustarse a la situación actual. En concreto, los ámbitos en los que se limitaba la actividad eran los entornos del Camp Nou y de la desaparecida discoteca Up & Down, los alrededores de Bikini y los locales de alterne de la calle Loreto y el Campus Nord que incide directamente en la Zona Universitària.
La única zona en la que se mantienen las restricciones de aperturas de locales de restauración y bares es la que está situada en la zona del Campus Nord. Se trata de un barrio residencial de dos manzanas, entre las calles Jordi Girona, Trias i Giró, Joan Obiols y la avenida del Exèrcit. Allí el perfil de edad media de sus habitantes es elevado y debido a la proximidad de la universidad han proliferado establecimientos de servicios universitarios y bares y restaurantes. La apuesta es potenciar el comercio de barrio para mejorar el abastecimiento de las personas para su vida coti- diana sin necesidad de desplazarse, algo a lo que ahora están obligados. Faltan farmacias, mercerías, tiendas de ropa y de alimentación. Por eso, se apuesta por esponjar la concentración de actividades de concurrencia pública y permitir la apertura de nuevos negocios.
Por el contrario, el proyecto de modificación del actual plan de usos, que está en exposición pública, entiende que en la zona del Camp Nou, donde se juega un
máximo de 40 partidos al año, los bares y restaurantes del entorno tienen una clientela discontinua. La actividad y la vida de los barrios del entorno de la Travessera de Les Corts son la noche y el día en función de si se celebra alguna competición deportiva. De ahí que se intente dinamizar la zona económicamente fomentando la llegada de nuevos establecimientos para evitar que se convierta en un barrio desangelado. Eso sí, el documento que está en exposición pública no tiene en cuenta la próxima reforma que se quiere hacer del Camp Nou y en la que se prevé incorporar actividad comercial y hotelera.
Por otro lado, y según el documento, también carece de sentido continuar con las restricciones que hay para la apertura de establecimientos en la zona del antiguo Up & Down, que ahora es un gimnasio. Antiguamente se trataba de una importante zona de ocio de la ciudad, frecuentada sobre todo las tardes y noches del fin de semana, pero una vez concluida la actividad nocturna también se pone fin a las limitaciones. Ahora la restauración es necesaria para poder dar servicio a los miles de empleados que trabajan en las oficinas del entorno.
El documento también revierte la situación en la zona comprendida entre la discoteca Bikini y la calle Loreto, donde se concentra un importante número de locales de prestación sexual. La futura normativa incide en que este tipo de negocios ya están regulados por otras normativas que impiden ubicar estos negocios en lugares donde predominan viviendas y locales comerciales. Además, también considera que en la zona del Bikini, sala a la que se accede desde los jardines de Sant Joan de Déu –en el interior de L’Illa Diagonal–, la oferta de restauración ya está agotada y no puede crecer más.