Cuerpo perfecto igual a dieta imperfecta
Desgraciadamente un cuerpo perfecto, lo que hoy se entiende por perfecto, equivale muchísimas veces a dieta imperfecta. Por ello hay que aplaudir a Frances Black, la estudiante de Leeds que ha conseguido con su protesta que Victoria’s Secret cambie el enunciado de su última campaña, cuyo lema era el nefasto “The perfect body”, acompañado por supuesto de sus ángeles superdelgados. Es la historia de siempre: se hace creer al sexo femenino que para triunfar hay que tener unas proporciones andróginas, con muy poca grasa y, eso sí, un busto consistente, lo cual por supuesto no es cierto. Lo anterior no tendría más trascendencia si no fuera porque esta exigencia provoca en muchísimas mujeres el seguimiento de unas dietas insuficientes, desequilibradas y aumenta la posibilidad de sufrir un trastorno alimentario. No todas las mujeres pueden ser muy delgadas. Por tanto, bien por Frances.
Una persona con un peso sano e incluso bajo dentro de lo sano difícilmente tendrá el cuerpo esbelto y etéreo de las modelos habituales por muchas razones. De entrada, porque se trata de féminas con una altura superior e in- cluso muy superior a la media y de una edad y genética determinada. Otra razón es que son personas que viven de su físico, al que dedican unos cuidados y un tiempo que no suele ser el que le dedica el resto de las mortales. Esto sin contar con posibles arreglillos quirúrgicos a los que se han sometido o el efecto del Fotoshop. Las modelos son excepciones que suelen seguir una dieta muy estricta.
Es triste que se imponga un modelo físico que exige casi siempre un peso por debajo de lo sano. Para la mujer mediterránea es aún más injusto, porque ni es muy alta ni tiene las caderas andróginas tal como exigen los cánones. La estructura ósea no se puede variar. Ya es hora de que la salud y la inteligencia pasen por delante de las imposiciones absurdas que sólo llevan a la frustración y con frecuencia a una alimentación deficiente.