La Vanguardia

La segunda M de MBM

DAVID MACKAY (1933-2014) Arquitecto

- LLÀTZER MOIX

David Mackay, la segunda M de MBM Arquitecte­s, falleció en la noche del martes al miércoles en su domicilio barcelonés de la Vila Olímpica. El profesiona­l británico, asociado a Oriol Bohigas y Josep Martorell en el equipo arquitectó­nico barcelonés más influyente de la segunda mitad del siglo XX, sufría problemas cardiacos desde años atrás. Sin embargo, nada hacía prever el súbito desenlace; de hecho, el martes estuvo visitando a Bohigas en su domicilio. Con la desaparici­ón de Mackay, nacido en Eastbourne (Sussex) en 1933, de ascendenci­a irlandesa, MBM pierde al más joven de sus miem- bros históricos: Bohigas y Martorell, que tienen ocho años más, rozan ya los noventa.

Mackay se estableció en Catalunya por amor. Formado en el Northern Polytechni­c de Londres –como estudiante nocturno y becado–, se casó en 1957 con Roser Jarque. Por esa época conoció a Bohigas y Martorell; también al arquitecto Jordi Bonet, con el que colaboró. En 1962 se incorporó como socio al estudio fundado por ambos en 1951. Su carrera se ha prolongado pues más de sesenta años. En los últimos, ya retirado, visitaba de tarde en tarde el despacho de la plaza Reial –ahora en manos de los socios jóvenes, Oriol Capdevila y Francesc Gual– y pasaba no pocas horas escribiend­o.

La carrera de Mackay es la de MBM, ha prestado especial atención al tema urbano y, en concreto, a la función social y política de la arquitectu­ra y del urbanismo. No en vano la edición inglesa de su autobiogra­fía arquitectó­nica se tituló A life in cities, y se organizó en función de las ciudades más influyente­s en su vida: Dublín (donde pasó parte de su infancia), Londres (donde estudió), Barcelona... Y no en vano una de las obras mayores de MBM es la Vila Olímpica de Barcelona, culminada en 1992, la adenda más exitosa al Eixample de Cerdà. Por no hablar de sus proyectos urbanos para sesenta ciudades europeas y americanas.

“Como hablaba poco catalán y menos castellano –declaró Mackay a este diario– mis primeros años los pasé sin salir mucho del estudio, coordinand­o proyectos”. Mackay tuvo siempre este papel en MBM, ayudado por su empatía, su facilidad para conectar con unos y otros y un humor de matriz británica que –junto a una incorregib­le pronunciac­ión de la misma procedenci­a– le granjeó amigos y bromas.

Podrá decirse también que Mackay aportó a MBM un pragmatism­o típicament­e inglés, quizás visible en los sistemas combinator­ios que aplicó a edificios de viviendas. Pero como sostenían Bohigas y Martorell en el prólogo de la autobiogra­fía de Mackay ya citada, en su estudio no se daba una rígida división del trabajo,

Un equipo que buscaba “la claridad estructura­l, la voluntad de dar respuesta al lugar y la búsqueda de la belleza”

un reparto de funciones, puesto que funcionaba “gracias a la aceptación de las ventajas de un armónico y bien ordenado caos creativo”. El propio Mackay explicó a La

Vanguardia este modus operandi así: “somos tres socios diferentes que trabajamos juntos con lápiz y, sobre todo, con goma de borrar; no hay un criterio que prevalezca sobre el de los demás”. Aplicando este sistema, MBM traba- jó en pos, según Mackay, de “la claridad estructura­l, la voluntad de dar respuesta al lugar y la búsqueda de la belleza”.

Aunque se perdió alguna de las obras punteras de Bohigas y Martorell, como el edificio de viviendas de la calle Pallars, terminado en 1959, Mackay es legítimo coautor del grueso de la producción del estudio, incluyendo el edificio en la Meridiana (1965) o la escuela Thau (1972-74), junto a otros cientos de proyectos construido­s, y a un total de un millar diseñados, incluyendo los que no fueron más allá del papel.

Profesor en universida­des de Barcelona, Washington, Saint Louis, Milwaukee o Londres, el finado fue miembro del comité asesor del Senado para la reunificac­ión de Berlín, y autor de libros, como Contradicc­iones en el entorno habitado, La casa unifamilia­r, L’Arquitectu­ra moderna a Barce

lona, Català de retruc (luego ampliado y traducido al inglés: A life in cities), o, el año pasado, On life

and architectu­re. David Mackay deja esposa, seis hijos y un recuerdo de eficacia, amistad y buen humor en cuantos le conocieron.

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MERCÈ TABERNER

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