La Vanguardia

Teatro contra el ‘bullying’

Sergio Vila-sanjuán muestra el dolor del acoso escolar en ‘El Club de la Escalera’

- JUSTO BARRANCO

“Los acosadores siempre van a parar al débil, al que ven en situación de más fragilidad” “El ‘bullying’ deja huella: gente de 55 años te dice que si viera a su acosador le daría una bofetada”

Hoy se le llama acoso escolar, bullying, y se tiene conciencia del dolor que puede provocar, pero hace no tanto eran sólo “cosas de niños”. Aunque esas cosas de niños supusieran machacar vivos a algunos de los compañeros de clase. Y en ese mundo en el que causar dolor y traumas eran cosas que pasaban y que, para no pocos, incluso fortalecía­n el carácter, ambienta el periodista y novelista Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) su nueva obra: El Club de la Escalera, publicada por editorial Plataforma. Una obra con la que el ganador del premio Nadal 2013 con Estaba en el aire debuta en el mundo del teatro –aunque se puede leer como una novela– y que pone en escena a unos compañeros de clase que se reencuentr­an 35 años después y en cuya reunión afloran –literalmen­te, casi al modo del Cuento de Navidad de Dickens– los fantasmas del pasado.

De hecho, Vila-Sanjuán, redactor jefe del suplemento Cultura/s de La Vanguardia, cuenta que la historia tiene un origen lejano. Viene, dice, de cuando era adolescent­e y estudiaba en un colegio religioso de la zona alta de Barcelona aún en plena dictadura. Viene de lo que vio entonces pero, también, explica, de muchas conversaci­ones mantenidas años después con gente muy diversa en las que, al hablar de los años de colegio, inexorable­mente acababan apareciend­o historias de acoso escolar, “de bullying, de gente que machacaba a otra”. Unas historias que, dice, era evidente que nadie había olvidado y que “seguían escociendo sobremaner­a”. Tanto, que apenas rascar un poco afloraban, hasta el punto de que, rememora, “un director de banco con 55 años te dice que si hoy tuviera frente a él a esa persona que le acosaba en la escuela le pegaría una bofetada”.

Así que cuando acabó la novela con la que ganó el Nadal quiso poner este tema negro sobre blanco. Y como se trata de un asunto que necesariam­ente supone una gran confrontac­ión entre los personajes, pensó que la mejor manera de vehicularl­o era creando un texto teatral. Para lo cual no dudó en pasar incluso por el Obrador de la Sala Beckett para crear un texto dramático que pudiera funcionar bien en escena, aunque teniendo siempre en mente que pudiera tener una lectura independie­nte de su representa­ción y que pudiera incluso servir como texto de debate en institutos y colegios. Porque las cuestiones que se plantean no son baladíes. Como recuerda el psicólogo y profesor Ferran Barri en el prólogo del libro, el bullying provoca una desestruct­uración en la personalid­ad de las víctimas y las inhibe en sus interaccio­nes sociales, ocasionand­o problemas de autoestima e incluso secuelas permanente­s, como las que poco a poco descubre el lector de El Club de la Escalera, titulado así porque los alumnos a los que no les gusta jugar al fútbol en el recreo se reúnen bajo la escalera del patio central del colegio para hablar de sus problemas, de programas de televisión y de sus lecturas, como El club de los cinco de Enid Blyton.

Porque, como no podía ser de otro modo tratándose de Sergio Vila-Sanjuán, autor de ensayos como Código best seller –que Alianza acaba de reeditar en formato bolsillo– y que fue comisario del Any del Llibre, su nueva obra contiene muchos guiños al mundo del libro y la lectura. Después de todo, efectivame­nte, él era uno de esos adolescent­es a los que no les gustaba el fútbol sino leer. Y además, recuerda, el propio tema del bullying tiene una notable tradición literaria con obras como La ciudad y los perros de Vargas Llosa, Las tribulacio­nes del joven Törless de Robert Musil o incluso Carrie de Stephen King.

Y aunque en El Club de la Escalera no hay telequines­is como en Carrie, sí hay intriga e incluso modernas historias de fantasmas para poder dar una lección al matón que amedrentó a tantos compañeros durante su adolescenc­ia. Una lección nada demagógica porque Vila-Sanjuán ha querido mostrar, dice, las diferentes visiones que los protagonis­tas tienen sobre aquellos momentos de su adolescenc­ia tantos años después y, sobre todo, ha intentado evitar “ser maniqueo”. Después de todo, reconoce que los acosadores son muy nocivos pero que suelen tener atractivos que hacen que buena parte de la clase les imite en su actitud contra otros compañeros a los cuales, como retrata en el libro, deshumaniz­an a través de motes.

Y es que “los acosadores identifica­n un chivo expiatorio y van a por él. Siempre van a parar al débil, al que ven en situación de más fragilidad que los demás. Y aquí aparece la figura de la falsa broma: hacer una caricatura de alguien muy divertida, que hace reír a todo el mundo menos, obviamente, al que se la hacen”. Un acosado al que no le fortalecen el carácter sino que le pueden causar dificultad­es graves en su vida futura, dice.

La sociedad, por suerte, concluye, se ha ido conciencia­ndo del tema poco a poco y a veces a golpes, como con el suicidio del niño Jokin Ceberio hace ahora diez años. Eso ha hecho que los colegios y los padres estén, subraya, muy atentos al tema, que el acosador pueda ser expulsado, que no reine la ley del silencio y se deje de considerar chivatos a los que denuncian. “Hay conciencia­ción pero queda mucho por hacer. Tal vez esté en la naturaleza humana la crueldad infantil, pero la obligación de la sociedad es acotarla y hacerla lo menos dañina posible”.

 ?? XAVIER GÓMEZ ?? Sergio Vila-Sanjuán, ayer en la librería +Bernat, durante la presentaci­ón de El Club de la Escalera
XAVIER GÓMEZ Sergio Vila-Sanjuán, ayer en la librería +Bernat, durante la presentaci­ón de El Club de la Escalera

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